Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

324 JUEVES
El Evangelio de la misa es tomado del de san Juan, en el
cap. 13.
vos faciaíis.
fin de que vosotros hagáis lo
mismo que yo he hecho con
vosotros.
Ante diem festum Paschce,
sciens Jesús quia venil
hora ejus, ul transeat ex
hoc mando ad l'atrem ,*
am dilcxisset suos, qui
erant m inundo, in finem
dilexil eos. El ccena [acta,
cum diabolus jam misisscl
in cor, wt traderet eum
Judas Simonis Iscariotes:
sciens quia omnia dedil ei
Paler in manus, el quia
á Dea exivit, et ad Deum
vadü : surgil a ccena, et
ponil veslimenta sua : ei
cum accepisset ñnteum,
pmcinxil se. Dcindemiitit
aquam in pelviin, el expit
lavare pedes discipuh'
ruú, et extergere Huleo,
quo eral proecinclus. Yenit
ergo ad Simonem Petrum.
Et dicil ei Petras:
Domine , tu mild lavas
pedes? Itespondil Jesús, el
dixit ei : Quod ego fació,
tu nescis modo, scies au~
tem postea. Dicit ei Petras
: iVon lavabis mihi
pedes in (elermm. Respondit
ei Jesús : Si non lavero
le, non habebis partein
mecum. Dicil ei Simón
Petras : Domine, non tantam
pedes meos, sed et
manus, el caput. Dicit ei
Jesús : Qui lolus esl, non
indigel nisi ul pedes lavet,
ied est mandas totas. Et
vos mundi eslis, sed non
omnes. Sciebal enim quisnam
essel qui traderet
eim : proplerea dixit :
Non estis mundi omnes.
Poslquam ergo laút pedes
eorum, et accepil veslimenta
sua; cum recubuissel
ilerum, dixit eis: Scitis
quid fecerim vobis? Vos
vocalis me, Magisler et
Domine : et bene diális :
sum elenim. Si ergo ego
lavi pedes veslros, Dominas
el Magisler, el vos
debelis alter allerius lavare
pedes. Exemplum enim
dedi vobis, ut quemadmodum
ego feci vobis, tía el
Antes de la üesla de Pascua,
sabit'ndo Jesús qne habia
llegado su tiempo para pasar
de esle mundo al Padre, como
hubiese amado á los suyos
que estaban en el mundo, los
amó hasta el Gn, y después de
la cena, habiendo el demonio
inspirado á Judas, hijo de Simón
Iscariote, qne le entregase,
sabiendo que su Padre
lo liabia puesto lodo en sus
manos, que habia venido de
Dios, y que volvia á Dios, se
levantó de la mesa, dejó sus
vestidos, y lomó un lienzo con
quo se ciñó. Después puso
agua en una palancana , y
comenzó á lavar los piés de
sus discípulos , y limpiarlos
con el lienzo con que estaba
ceñido. Llegó, pues, á Simón
Pedro, pero Pedro le dijo:
¿Tú, Señor, me lavas á mí los
piés? Respondióle Jesús, y le
dijo : Lo que yo bago no lo
comprendes tú ahora ; pero lo
comprenderás después. No
permitiré, Señor, jamás le dijo
Pedro, quo me lavéis los
piés. Si no lo lavo, le repuso
Jesús, no tendrás parte conmigo.
Entonces Simón Pedro
le dijo : Señor, lavadme, no
solo los piés, sino también las
manos y la cabeza . Díjole Jesús
: El que sale del baño no
tiene necesidad de lavarse mas
que los piés, porque con esto
queda enteramente limpio ; asi
que vosotros osláis limpios ,
aunque no lodos. Sübia bien
quién era el que debía entregarle,
y por esto dijo : No lodos
estáis limpios. Luego,
pues, que les hubo lavado los
piés, y volvió á lomar sus vestidos,
se puso olía vez á la
mesa, y Ies dijo : ¿Comprendéis
lo que he hecho con vosotros?
(Guando me habíais) me
llamáis Maestro y Sefior, y
decís bien, porque lo soy. Si,
pues, yo siendo Scñory Maestro,
os he lavado los pies,
también vosotros debéis lavaros
los piés los unos á los otros.
Porque os he dado ejemplo, á
MEDITACION.
Sobre la institución del Santisimo Sacramento.
PUNTO PRIMERO. — Considera que en todos los misterios
aparece el amor inmenso que Dios nos ha leriklo; pero
puede decirse que la institución del Santísimo Sacramento
es el milagro y la obra maestra de su amor, y como el
compendio de lodos los demás misterios; sea que se considere
el motivo que Jesucristo ha tenido para instituir el
Sanlísimo Sacramento, sea que se atienda á todas las eircunslancins
que concurren en esta institución, lodo nos
maniBesta un amor incomprensible, lodo nos da á conocer
el esceso increíble de su amor. Este amor apareció escesivo
en el misterio de la Encarnación, en el cual el Verbo so
unió hipostálicamenle á la naturaleza liumana; en la Eucaiistia
el mismo Verbo que se ha unido á la humanidad
santa, se une verdadera y realmente á cada hombre en
particular. Apareció inefable esle amor en su nacimiento
en un establo : i qué cuna para un niño que es Dios ! en
la Eucaristía esle hombre-Dios se abale, se anonada bajo
las especies de pan y de vino, en un espacio cuasi indivisible,
y lodo esto para satisfacer el amor inmenso que nos
tiene. Su vida pobre, humillada, oscura por espacio do
treinta años, es un misterio admirable; pero¿ qué misterio
mas admirable que Jesucristo sobrenuestros altaros, hasta
el fin de los siglos, en el estado mas humillado, el mas oscuro
que pudo imaginai1 jamás hombre alguno? Piérdese
y se confunde el entendimiento en la escena trágica de la
pasión del Salvador ; su muerte es un misterio verdaderamente
incomprensible; ¿puede un Dios omnipotente dar
una señal mas maravillosa de su amor á nosotros? Pues
porque no puede al parcoer dar una señal mas grande de
su amor á nosotros, quiere que esle prodigio que no se ha
obrado mas que una vez sobre el Calvario, so perpetúe
sobre nuestros altares en la adorable Eucaristía, y todo
esto por satisfacer el amor estremo que nos tiene. Pero
¿ cuál es el motivo, y cuál el ñn de la institución de este
misterio? El motivo es satisfacer el deseo inmenso c incomprensible
que tiene de darse á sí mismo lodo á nosotros,
y de la manera mas íntima. Diriase que tieoe on nada
lodos los bienes que nos ha dado, lodos los benelicios do
que nos ha colmado, si no se. diese todavía á sí mismo; y
lo hace haciéndose nueslro alimento : y nos hacemos en
verdad muy ricos, pueslo que, como dice san Agustín,
Dios se hace una posesión nueslra. Verdad es que el fiel
posee á Jesucristo por la fé, en el idioma de san Pablo ;
pero esta no es mas que una posesión de conocimiento, y
de un conocimiento muy oscuro. El justo le posee por la
caridad ; pero es una posesión que se hace por la conformidad
délas voluntades, y rió por la unión de las sustancias.
Másenla coimmion poseemos á Jesucristo por una
posesión muy íntima, muy verdadera, muy real; le poseemos
con un dominio lan absoluto, que no podríamos
poseerle mas absolnlamente Jesucristo en la Eucaristía es
nueslro propio haber; es al mismo tiempo nuestro alimento,
nuestro médico y nuestro remedio, nuestra guia,
nuestro viático, nueslro Uedenlor, y el precio de nueslro
rescate. El ün que se propone es que seamos todos suyos,