Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

DK ADVIENTO.
n
so liá oiuitido pnra roanimnr (luranleel Adviento la
i'eü^ion y la devoción tle los Goles.
l^ia cscilarnos, pues, á eslo, la Iglesia nos proponoá
Un tiempo en este dia las dos venidas de Jesncrislo, como
Un doble ohjeío de la devoción de que quiere qne estemos
penetrados en lodo este" santo tiempo; persuadida de que
si sabemos aprovecharnos de la primera, no podrá menos
de SÍM-favorable la secunda. VÁ Kvangelio de este di" bahía
déla secunda venida, y la lípíslola es nna viva exhortación
para que salgamos del sueño ¡elárgico en que mimos,
y que nos aprovechemos de estos dias de salud, á fin
de qne no inutilicemos la primera venida del Salvador
que debemos celebrar el dia de su nacimiento.
La oración de la misa de csle dia es coyno sigue:
Excita, qvwsnnwi. Domine,
polenham Inam, el veni:
«í ab imminenlibus percatorum
noslrorum periculis, le
mcrenmvr prolegenle eripi,
le liberanle snlvari. Qui viris
el regnas rwm Deo l'atrc in
unilale Spirilus Sancti Deus,
per omnia saicula swculorum.
n¡. Amen.
Haced . Scíler, que resplandezca
vuestro poder, y
venid, á fin de que con el
ansilio y la protección de
vuestra gracia, seamos libres
y salvos de ios peligros
ejecutivos, qne nos amenazan
por nuestros pecados.
Así le lo suplicamos á ti, Señor,
qne siendo Dios, vives
y reinas con ülos Padre, en
unidad del Espíritu Santo
Dios i-or lodos los sig'tsde
los i-iííios. Así sea.
la Hpistola es loiiiada de la que escribió el apóstol san Pablo
á los Romanos, cap. 13, vers. I i á H.
Fralres, scienlcs quia hora
csljom nos de somno surgiré.
IS'iine cnim propior esl noslra
salas, qnam cumcredidiirms.
JSox prwcessil, dies aitiem
appropinquavil. Ahjicia m us
ergo opera lenehrarum, el induamur
arma lucis. Sieul in
die honeste ambulemus: non
in comessalionihus tí ebrietaiibus,
non in cubiübvs el
vnpudiciíiis, non in conlcniione
et cemulalione; sed induimini
Hermanos mios, sabemos
qiie es tiempo ya de que
despertemos y salgamos del
sueno en que estamos; porque
la salud está mas cerca
que cuando hemos recibido
la fé. La noche ha durado
hasta aquí; el dia va á nacer:
dejemos pues, porlanlo
las obras de las tinieblas
y revistámonos de las armas
de la lu/. Caminemos
con decencia como se hace
Dominum Jesuin durante el dia; lejos de no­
(•'hrislum.
sotros la gloloneria, la eiobriaguez,
los placeres obscenos,
la deshonestidad, tas
disensiones y la envidia; revistámonos
por el conlririo
de nuestro Señor Jesucristo.
San Pablo después de haber esplicado á los romanos
en esta admirable carta las principales obligaciones de la
Vlda cristiana, y dádoles las mas saludables inslruci iones
c0íi el ánimo decouduciiles á la práctica de la virtud, les
Prupone como un motivo para ello la proximidad de la
muerte, y la brevedad de esta vida que la mayor parle
pasan en un tiis!e sueño, hesexhorta áqnesaígande él,
porque la hora insta, y no está muy lejos el moaienlo derivo
de nuestra salud.
REFLEXIONES.
«La noche ha durado hasta aquí: el dia va á nacer.»
Muy larga es la noche cuando dura toda la vida; y es demasiadamente
triste el no despertarse hasta la muerte. Sin
embargo esta es la suerte deplorable de muchos. Todo el
tiempo de la vida, estoes, este número determinado de
dias que no se nos ha concedido sino para trabajar pai a el
cielo, se nos pasa en un sueño letárgico con respecto ála
salud. La vida déla mayor parle délos hombres cuasi no
es otra cosa que un sueño profundo, durante el cual el alma
se alimenta de mil fantasías quiméricas. Vastos proyectos
de ambición, frantasmas seductores de placeres;
vanos, pero funestos triunfos, de todas las pasiones; planes
magníllcos de fortuna; héaqul los sueños que no dejan
defatignr, pero que agrr.dan. Cunsi toda la vida se pasa
en sueños. Se cree uno poderoso, se ci ce feliz, se lisonjea
de qne es rico; pero el adormecimiento no es eterno.
La muerte despierta. No se ve el dia hasta que se va á
perder, y se encuentra uno con las manos vacías, cuando
se imagiiiiiba que era mas rico. Grandes del mundo, dichosos
del siglo, mujeres mundanas, iqué sorpresa , qué
espanto, cuando os despertareis á la hora de la muerte, y
os dirá el soberano Juez: Tiempo es ya de salir de ese
adormecimiento, de esc sueño, de ese letargo! Se despierta
entonces, la fé, la razón, la conciencia, lodo entra en sus
derechos. Somos entonces racionales, somos cristianos, se
piensa con jusiinfi, no se ve nada mas qne un falso brillo:
ihuen Dios, que bello punto de visla es el lecho de la muerte,desdeelcualse
presenta con toda clarida l la vanidad de
todo lo criado,de todo lo quedeslumbra, de todo lo quepasa!
En el le.ho de la muirle los mas grandes principes, les
señores maspoderosos, losqueocupan los primeros puestos,
seenmenlnm al nivel del mas vil esclavo: ¿y qué es loque
queda en el sepulcro de aquellos palacios magm'licos, de
aquellos soberbios equipajes, de aquellos tesoros acumulados
con tantos afanes; qué queda de aquellos placeres tan
buscados, de aquellas fiestas tan brillantes, de aquellos
adornos tan ricos, de aquellos aires tan mundanos y tan
joviales? ¡Qué espantoso, qué cruel es el no descubrir al
tiempo de despertarse otra cosa mas (jue panos mortuorios,
cenizas, sepulcro, una eternidad desgraciada!