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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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472 DOMINGO CUARTO<br />

para significar la gracia espiritual qne obran. La gracia<br />

acompañó á esta divina vocación, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> este momento<br />

habiendo san Pedro, san Andrés, Santiago y san Jnan<strong>de</strong>jádolo<br />

todo para siempre, no <strong>de</strong>jaron ya mas á su buen<br />

Maestro. Hasta aquí, aunque los apóstoles habían abrazado<br />

ya la doctrina <strong>de</strong> Jesucristo y se habían <strong>de</strong>claradodiscipulos<br />

suyos, no había aun renunciado á lodo lo que poseían,<br />

conservaban todavía su casa, su barca y sus re<strong>de</strong>s,<br />

y se ejercitaban en su tráfico.ordinario. Esla fué íatercera<br />

y última vocación en la que lo abandonaron todo para<br />

adherirse únicamente á Jesucristo.<br />

La oración <strong>de</strong> la misa <strong>de</strong> esle dio es como sigue:<br />

Da nobis , queesumus.<br />

Domine; ut et raundi cwsus<br />

pacifire nobis luo ordine<br />

díri'/atur : el Ecclesia<br />

tua tranquilla <strong>de</strong>volione<br />

Iwlelur. l'er Dominum.<br />

Conce<strong>de</strong>dnos, Sefior , por<br />

vuestra bondad que el curso<br />

<strong>de</strong> esle mundo, que está sometido<br />

á las reglas y á las ór<strong>de</strong>nes<br />

<strong>de</strong> vuestra divina Provi<strong>de</strong>ncia<br />

, sea quieto y tranquilo<br />

, á fin <strong>de</strong> que gozando<br />

vuestra [glesia <strong>de</strong> reposo y <strong>de</strong><br />

sosiego os testifique con su<br />

alegría el ardor <strong>de</strong> su piedad.<br />

Por nuestro Señor Jesucristo,<br />

etc.<br />

ta Epislola que hoy se lee en la misa es <strong>de</strong>l cap. s <strong>de</strong> la<br />

caria <strong>de</strong>l aposlol san Pablo á los Romanos.<br />

Fralres: Exislimo quod Hermanos mios: Estoy pernon<br />

suní condigna?, passio- suadído que las aflicciones <strong>de</strong>l<br />

nes hujus temporis ad fu- tiempo presente no tienen pro-<br />

(HTvm» gloriam, quw re- porción alguna con la gloria<br />

velabilur in nohis. Nam futura que resplan<strong>de</strong>cerá en<br />

expeclalio crealura re- nosotros. Así es que lo que esiieíuítonem<br />

fliorum Del peran mas las criaturas es<br />

expeclat. t'anííaít enim que brille la gloría <strong>de</strong> los hijos<br />

crealura subjccia esl non <strong>de</strong> Dios , porque ellas están<br />

volens , sed propler etm, suj etas á la vanidad , nó <strong>de</strong> su<br />

5111 subjecil eam in spe : grado, sino por disposición <strong>de</strong><br />

quia el ipsa crealura libe- aquel que las ha sujetado á<br />

rabilur a servilule cor- ella en la esperanza <strong>de</strong> que serupíionís<br />

in íiberlaiem ráu libres algún día <strong>de</strong> la corglorioe<br />

filiorum Dei. Sci- rupcion a que estaban sujetas,<br />

mus enim quod omnis para pasar á la libertad que<br />

cratíura tíif/emíscít, et hace la gloria <strong>de</strong> los hijos do<br />

parluril usque adhuc. ffnk Dios. Torque sabemos que hasso/«m<br />

autem illa, sed et la ahora todas las criaturas<br />

nos ipsiprimilias spirüus gimen y sufren los dolores <strong>de</strong>l<br />

habenles, el ipsi inlra nos parto. Y no solamente ellas,<br />

qemimus, adoplionm fi- sino lambien nosotros mismos<br />

liorum Dei expectantes, que tenemos las primicias <strong>de</strong>l<br />

re<strong>de</strong>mplionem corporis espíritu. Sí, nosotros mismos<br />

nosiri : in Chrislo Jesu gemimos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> nosofrosí<br />

Domino noslro.<br />

esperando la adopción <strong>de</strong> los<br />

hijos <strong>de</strong> Dios, y la libertad <strong>de</strong><br />

nuestro cuerpo en Jesucrislo<br />

nuestro Sefior.<br />

La Epístola <strong>de</strong> san Pablo á los romanos pasa por la mas<br />

sublime y mas sabia <strong>de</strong> todas las que ha escrito el santo<br />

Apóstol. La doctrina <strong>de</strong> la gracia, <strong>de</strong> la pre<strong>de</strong>stinación, <strong>de</strong><br />

la reprobación, y lodo lo mas elevado <strong>de</strong>l dogma, está espbeado<br />

en ella con uaa precísioo y una li.u pieza que ma-<br />

nífiesta bien que es el Espíritu Santo el que la ha dictado.<br />

REFLEXIONES.<br />

dEstoy persuadido que las aflicciones <strong>de</strong>l tiempo presente<br />

no tienen proporción alguna con la gloria futura que<br />

resplan<strong>de</strong>cerá en nosotros.» Ninguna con respecto á la<br />

duración; porque ¿qué es un puñado <strong>de</strong> (lias que dura la<br />

vida mas larga, comparada con la duración eterna quo<br />

<strong>de</strong>be ser la medida déla gloría futura? Ninguna con respecto<br />

al número y á la cualidad <strong>de</strong> las aflicciones que pue<strong>de</strong>n<br />

pa<strong>de</strong>cerse en esla vida. El Apóstol no habla simplemente<br />

<strong>de</strong> las aflicciones <strong>de</strong> un estado ó <strong>de</strong> una condición<br />

particular: habla <strong>de</strong> las aflicciones <strong>de</strong>l tiempo presente, <strong>de</strong><br />

las aflicciones que nacen con nosotros, cuyos principios al<br />

ménos traemos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> nosotros mismos al nacer. El<br />

cuerpo tiene sus aflicciones, dolores, alteración en la sangre,<br />

<strong>de</strong>sarreglo en los humores; ¡ah, Dios mío! ¡á qué<br />

infinito número <strong>de</strong> enfermeda<strong>de</strong>s no eslá suji-to el hombro<br />

durante su vidal enfermeda<strong>de</strong>s heredilarias; enfermeda<strong>de</strong>s<br />

crónicas, acci<strong>de</strong>ntales, incurables; predominación do<br />

algún humor, flaqueza <strong>de</strong> los resortes; no hay sentido alguno<br />

que no eslé sujeto á algún trastorno en sus óiganos.<br />

Lo mismo que alimenta el cuerpo le consume, hasta el<br />

sueño le faliga, muchas veces le daña el mismo <strong>de</strong>scanso.<br />

El espíritu tiene sus aflicciones, y no son estas las menores:<br />

dudas sospechosas, temores, espantos, perplejida<strong>de</strong>s,<br />

lodo es suplicio, tanto mas ínsoporlahle, cuanto que no<br />

tiene remedio. ¡Cuánto no nos hace sufrir nuestra imaginación!<br />

ingeniosa para alormentarnos á falla <strong>de</strong> motivos<br />

reales, ¿cuántas fantasmas no nos présenla con que nos<br />

hace pa<strong>de</strong>cer? ella tiene el secreto <strong>de</strong> iriquielarnos solo<br />

con sus imágenes. Pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que la imaginación es el<br />

tirano <strong>de</strong> todos los hombres, ninguno hay que no sea su<br />

esclavo, ninguno que no le <strong>de</strong>ba la mayor parte <strong>de</strong> sus inquietu<strong>de</strong>s<br />

y <strong>de</strong> sus disgustos. Las aflicciones, en fin, <strong>de</strong>l<br />

tiempo présenle son universales. Kl corazón sienlo vivamenlo<br />

todas las <strong>de</strong>l cuerpo y <strong>de</strong>l espíritu, y él tiene también<br />

lassuyas particulares, las cuales sonlanlo masamargas,<br />

cuanto que eslinguen lodo vislumbre <strong>de</strong> consuelo y<br />

<strong>de</strong> gozo. Siendo las aflicciones <strong>de</strong> por vida, son frutos do<br />

todas las estaciones y <strong>de</strong> todas las (ierras. <strong>Los</strong> dias mas<br />

bellos suelen oscurecerlos las nieblas mas <strong>de</strong>nsas, y ¿qué<br />

edad, qué condición es la que goza <strong>de</strong> una calma dura<strong>de</strong>ra?<br />

<strong>Los</strong> gran<strong>de</strong>s viven entre el esplendor y la abundancia;<br />

pero ¿son por esto sus días masserenos? sujetos á las mismas<br />

enfermeda<strong>de</strong>s que el mas vil <strong>de</strong> sus súbdilos, ¿está<br />

su corazón ménos <strong>de</strong>strozado por sus pasiones? ¿su espíritu<br />

está siempre tranquilo? Las inquíelu<strong>de</strong>s, los temores, los<br />

disgustos y las enfermeda<strong>de</strong>s no respetan ni los gran<strong>de</strong>s<br />

nombres, ni la púrpura ni el trono; y si las aflicciones íntoi<br />

iores no fut'sen invisibles, lo que nos parece un objeto<br />

do envidia lo veríamos con frecuencia como un motivo do<br />

compasión. En cualquiera estado, pues, que nos encontremos,<br />

no pensemos en ponernos al abrigo <strong>de</strong> las aflicciones;<br />

tratemos sí <strong>de</strong> hacer que nos sean fructuosas. El buen<br />

uso que hiciéremos <strong>de</strong> ellas para el cíelo es el único secreto<br />

para que no sean menos amargas; sobre todo si tenemos<br />

presente la gloria que <strong>de</strong>be ser el fruto y la recompensa<br />

<strong>de</strong> este buen uso. No hay proporción entre las<br />

humillaciones, las penas, las adversida<strong>de</strong>s, las cruces <strong>de</strong><br />

esla vida y la eternidad bienaventurada, la corona <strong>de</strong><br />

gloria, la felicidad plena, salisfacloria, inalterable, que

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