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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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la HCS'II ÜL1 Pentecostés, porque los apóstoles comenzaron<br />

á pretiiear este divino mislerio por lodo el mundo <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

luego (¡!ie liubieron recibido el Espíritu Sanio. Mas hasta el<br />

ponliíU üdo <strong>de</strong> Juan XX1Í, á principios <strong>de</strong>l siglo xiv, la<br />

liesla [nu'licular <strong>de</strong> la santísima Trinidad , establecida ya<br />

en la ni;;yor parle <strong>de</strong> las iglesias particulares, no so hizo<br />

una tiesta solomne en toda la Iglesia universal, ni se lijó<br />

por el soberano poniífice al domingo que sigue inmediatamenie<br />

á la fiesta <strong>de</strong> Pentecostés, siendo como el fin y la<br />

consumación <strong>de</strong> lodas las fiestas, y como la celebración <strong>de</strong><br />

todos los misterios.<br />

« Bendita sea la Trinidad santa y la indivisible Unidad :<br />

cantaremos sus alabanzas, porque nos ha mirado con misericordia.<br />

» Por estas piadosas aclamaciones y con este<br />

corto cántico <strong>de</strong> alabanzas comienza la misa <strong>de</strong> este dia.<br />

Como nunca <strong>de</strong>bemos cesar en todos losdias <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong><br />

ben<strong>de</strong>cir, alabar y dar gracias á la santísima Trinidad por<br />

todos los beneficios que <strong>de</strong> ella recibimos en lodos los momentos,<br />

la Iglesia nos da una fórmula para ello en este introito.<br />

Este cántico, en algún modo, está sacado <strong>de</strong>l capitulo<br />

12 <strong>de</strong>l libro <strong>de</strong> Tobías. « Ben<strong>de</strong>cid al Dios <strong>de</strong>l cielo, y<br />

gloriíicadle <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> los hombres, » dice el ángel Rafael<br />

á aquel santo hombre, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberle vuelto á su<br />

hijo; « ben<strong>de</strong>cid al Dios <strong>de</strong>l cielo, porque ha hecho brillar<br />

con vosolros su misericordia. »<br />

« Señor, soberano dueño nuestro, qué gran<strong>de</strong> sois,<br />

qué inmenso y superior á todos nuestros pensamientos 1<br />

¡ qu¿ admirable aparece en toda la tierra la gloria <strong>de</strong><br />

vuestro nombre! » Por este entusiasmo y este trasporte <strong>de</strong><br />

admiración comienza y concluye David el salmo 8, en e'<br />

cual alaba la gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong> Dios, su po<strong>de</strong>r, su misericordia<br />

y su bondad con nosotros, lo cuai conviene perfectamente<br />

á la celebridad <strong>de</strong> esta fiesta.<br />

Por Epístola se lee hoy el lugar en que san Pablo esoribivndo<br />

á los romanos, esclama, á vista <strong>de</strong>l abismo y <strong>de</strong> la<br />

profundidad <strong>de</strong> los tesoros <strong>de</strong> la sabiduría, <strong>de</strong> la ciencia y<br />

<strong>de</strong> las perfecciones infinitas <strong>de</strong> Dios : ¡ Gran Dios, « qué<br />

incomprensibles son vuestros juicios, y qué superiores á<br />

cuanto pue<strong>de</strong> penetrarse son vuestros caminos! » El motivo<br />

do la admiración que manifiesta aquí el Apóstol, dice<br />

un sabio intérprete, es la conducta impenetrable <strong>de</strong> misericordia<br />

y <strong>de</strong> justicia que Dios ha observado con respecto<br />

á los judíos y á los gentiles, haciendo servir la incredulidad<br />

<strong>de</strong> los unos á la vocación do los otros, y la vocación<br />

<strong>de</strong> estos al arrepentimiento y la conversión <strong>de</strong> aquellos,"<br />

no llamando ni salvando á nadie sino por misericordia, ni<br />

<strong>de</strong>sechando ni con<strong>de</strong>nando á ninguno sino con justicia ;<br />

disponiendo <strong>de</strong> la] modo las cosas que todo se ve concurrir<br />

al cumplimiento <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>signios y á la manifestación<br />

<strong>de</strong> sus atributos. <strong>Los</strong> tesoros <strong>de</strong> la sabiduría y <strong>de</strong> la ciencia<br />

indican el conocimiento perfecto é infinilo que Dios<br />

tiene <strong>de</strong> todo lo que suce<strong>de</strong> á los elegidos, á los réprobos,<br />

y la sabiduría con que dispone, conduce y gobierna todas<br />

ias cosas para bien <strong>de</strong> sus elegidos y para gloria suya. El<br />

entendimiento humano se pier<strong>de</strong> en esta admirable economía<br />

<strong>de</strong> la sabiduría y <strong>de</strong> In provi<strong>de</strong>ncia divina. Dios nos<br />

oculía los secretos resortes <strong>de</strong> su conducta en todo admirable<br />

; pero seguros <strong>de</strong> que está llena <strong>de</strong> misericordia y que<br />

la proporciona ánuestras necesida<strong>de</strong>s,¿querríamos que la<br />

proporcionase á la flaqueza <strong>de</strong> nuestras i<strong>de</strong>as? « Porque<br />

¿quién lia penetrado los pensamientos <strong>de</strong>l Señor? ¿ ó quién<br />

lia . ido consejero suyo? ¿ó quién es el que le ha dado<br />

LA FIESTA<br />

-<br />

primero para que se le retribuya? Entendimiento humano<br />

, que no te compren<strong>de</strong>s á tí mismo, y que te pier<strong>de</strong>s<br />

cuando intentas compren<strong>de</strong>r la menor, la mas pequeña <strong>de</strong><br />

las obras <strong>de</strong>l Señor, ¿ cómo te atreves á llamar á tu tribunal<br />

ála sabiduría misma <strong>de</strong> la divina Provi<strong>de</strong>ncia? Y lo<br />

que es una insolencia digna <strong>de</strong>l último castigo, ¿cómo te<br />

atreves á criticar la conducta impenetrable <strong>de</strong> sn infinita<br />

sabiduría ? Humillémonos á vista <strong>de</strong> la profundidad insondable<br />

<strong>de</strong> los <strong>de</strong>cretos divinos. Contentémonos con saber<br />

que todo es infinito en Dios, que todo en él es infinitamente<br />

sabio, infinitamente justo, y que si Dios es infinitamente<br />

amable, también nos ama infinitamente : si su sabiduría y<br />

su ciencia es infinita, lo son también su bondad y su misericordia.<br />

Nosotros merecemos, á la verdad, las recompensas<br />

<strong>de</strong>l Señor; pero es él el que nos las hace merecer<br />

por la gracia con que nos previene y con que nos ayuda.<br />

Solo á favor do sus dones po<strong>de</strong>mos enriquecernos con sus<br />

recompensas. Corona sus propios dones, cuando corona<br />

nuestros méritos. Si nos recompensa por justicia, es <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> habernos prevenido por pura misericordia; y á lo<br />

único á que <strong>de</strong>ben limitarse nuestras curiosas y pobres investigaciones<br />

en or<strong>de</strong>n á los secretos impenetrables do la<br />

Provi<strong>de</strong>ncia, es á vivir persuadidos que si no hay km santo<br />

en el cielo que no reconozca por toda la eternidad que<br />

<strong>de</strong>be su salvación á la misericordia divina, no habrá tampoco<br />

un réprobo en el infierno que no confiese eternamente<br />

que él mismo ha sido el artífice <strong>de</strong> su reprobación. Concluyamos<br />

con el Apóstol que solo Dios es el omnipotente y<br />

el principio y fin <strong>de</strong> todas las cosas; que solo él es infinitamente<br />

bueno, infinitamente justo, infinitamente ilustrado,<br />

infinitamente sabio. Que nosotros no somos por nosotros<br />

mismos mas que flaqueza, tinieblas, nada. « Sea,<br />

pues , á Dios la gloria en todos los siglos.» ; Qué pobreza,<br />

qué imbecilidad querer, por <strong>de</strong>cirlo así, que Dios nos<br />

dé razón <strong>de</strong> sus secretos, <strong>de</strong> sus misterios, y, si se permite<br />

<strong>de</strong>cirlo así, <strong>de</strong> su divinidad I<br />

El asunto <strong>de</strong>l Evangelio <strong>de</strong> este dia está tomado <strong>de</strong>l último<br />

discurso que Jesucristo hizo á sus apóstoles, antes<br />

•<strong>de</strong> <strong>de</strong>jarlos para subir al cielo, y por el cual concluye san<br />

Mateo su sagrada historia.<br />

Estando ya el Salvador á punto do subir al cielo, reunió<br />

á sus apóstoles y discípulos sobre el monte Olívete para<br />

que fuesen testigos <strong>de</strong> su gloriosa ascensión, y comunicarles<br />

la misión. «Se me ha dado, les dice, todo po<strong>de</strong>r en<br />

el cielo y on la tierra.» Habla aquí Jesucristo principalmente<br />

<strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r que tenia en cualidad <strong>de</strong> Mesías para el<br />

gobierno <strong>de</strong> su reino espiritual y <strong>de</strong> la Iglesia, cuyo po<strong>de</strong>r<br />

en toda su estension no lo ejerció propiamente hasta <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> sn resurrección. En virtud <strong>de</strong> este po<strong>de</strong>r soberano,<br />

continúa el Salvador, «os envió como mi Padre me ha enviado.<br />

Id, pues, por lodo el mundo; andad y predicad mi<br />

Evangelio á todos los pueblos <strong>de</strong> la tierra,» sin escepcion<br />

<strong>de</strong> nación alguna. Ninguno <strong>de</strong>be ya mirarse como cstranjero,<br />

á ninguno escluyo <strong>de</strong> mi redil. Habiendo dado mi<br />

sangre y habiendo muerto por todos los hombres, lodos<br />

<strong>de</strong>ben tener parte en el beneficio <strong>de</strong> Ja re<strong>de</strong>nción. «Andad,<br />

predicad mi Evangelio por todo el universo; vuestra misión<br />

se estien<strong>de</strong> á toda la tierra. Instruid á todos los pueblos<br />

en todo lo que no pue<strong>de</strong>n ignorar sin ser escluidos<br />

para siempre déla bienaventuranza eterna: luego quo<br />

los hayáis instruido, «baulizadlos en el nombre <strong>de</strong>l Padre,<br />

<strong>de</strong>l Hijo y <strong>de</strong>l Espíritu Santo.» Vosotros sabéis lo que yo

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