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HISTORIA GENERAL DE BOLIVIA - Educabolivia

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<strong>HISTORIA</strong> <strong>GENERAL</strong> <strong>DE</strong> <strong>BOLIVIA</strong><br />

No pudiendo Linares hallar cooperación en los pueblos de la<br />

provincia Omasuyos, hostigado constantemente por la indiada<br />

belcista, tomó el partido de retirarse a su refugio del Perú, ya que con<br />

sus débiles fuerzas no podía luchar contra las del gobierno,<br />

disciplinadas y fanatizadas, ni tampoco vencer la resistencia de los<br />

amigos del mandatario ni aún tentándolos con el ofrecimiento de<br />

fuertes sumas de dinero.<br />

Pero, no por eso cesaron los pueblos de luchar contra los abusos<br />

gubernamentales. También Santa Cruz de la Sierra se levantó en<br />

armas; pero fue fácilmente reducida. El coronel Melgarejo, promotor<br />

de ese movimiento, fue sometido a un consejo de guerra y<br />

condenado a muerte; y apenas pudo salvar del patíbulo gracias a la<br />

intervención de las matronas de Cochabamba y una carta inverosímil<br />

de bajeza en que para disculpar su acto, confesó haber obrado bajo<br />

el imperio del alcohol...<br />

A poco de esto la indiada de Omasuyos condujo a palacio, con gran<br />

alharaca, la cercenada cabeza de un hombre creyendo obtener la<br />

prima públicamente ofrecida a quien presentase la cabeza del<br />

revolucionario Mariano Ballivián. Pero esa cabeza no resultó ser la<br />

del caudillo. Se equivocaron los indios con el parecido y habían<br />

asesinado a piedra y palo a un pacífico médico de La Paz, terrateniente<br />

de aquellas regiones, apellidado Guerra.<br />

Los periódicos, en lugar de condenar el hecho, buscaron su<br />

explicación, terriblemente, en los designios de Dios, favorables a la<br />

causa de Belzu.<br />

“¡Aquí está la mano justiciera de Dios! -exclamó la Época. Es esa<br />

misma mano que ha sujetado tanto borbollón de intentos criminales,<br />

robos, asesinatos e inmoralidad, y si no es la misma la que acaba de<br />

asentar una gentil garrotera en la persona del médico Guerra: porque<br />

parece que ya está descubierto el secreto y el remedio contra<br />

revoltosos: ¡garrote y piedra, piedra y garrote! He aquí el diagnóstico<br />

y el modo de combatir las enfermedades políticas:.. "<br />

La conciencia pública, tan sumisa, tan abatida, concluyó por<br />

alarmarse. Las intenciones de las gentes palaciegas,<br />

transparentadas por el periódico, no eran nada tranquilizadoras.<br />

Estaba visto que el gobierno, para sostenerse, iba a recurrir a las<br />

medidas más arbitrarias. Todos se sintieron amenazados y en<br />

peligro. Y vieron, ya de un modo claro, la urgencia de concluir con un<br />

parecido estado de cosas.<br />

Sólo que era muy grande el temor engendrado por el despotismo y<br />

se hacía difícil reunir elementos de resistencia. Entonces se recurrió<br />

a la anodina arma de las publicaciones anónimas en una de las<br />

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