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HISTORIA GENERAL DE BOLIVIA - Educabolivia

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ARCHIVO Y BIBLIOTECA NACIONALES <strong>DE</strong> <strong>BOLIVIA</strong><br />

por Santibáñez que precisamente en esos días había recibido la<br />

adhesión del candidato Salinas y su partido. Conoció Daza este<br />

documento y resolvió obrar por su cuenta propia, ya que a su vez<br />

había recibido él -la adhesión del candidato Oblitas y su grupo.<br />

Este personaje perverso y malévolo había realizado intempestivamente<br />

un viaje de Cochabamba con el solo objeto de<br />

ofrecer su ayuda a Daza y decidirlo a obrar sin recurrir a la prueba de<br />

la lucha electoral. Años después, ante el lamentable fracaso de Daza<br />

como gobernante, diría el felón con el desparpajo que acostumbraba,<br />

que al dar ese consejo al militar, obró con el más acendrado patriotismo,<br />

pues estaba seguro de que el voto popular le iba a ser favorable<br />

a Daza y quiso evitar una humillación al país que al elegir al soldado<br />

iba a comprobar su absoluta ausencia de justificación y su nulidad<br />

para el sufragio...<br />

Daza siguió el consejo de Oblitas. Tres días antes de elecciones, el 4<br />

de mayo de 1875, hizo colocar centinelas en las oficinas de palacio<br />

con orden de no permitir el paso a nadie. Frías, al sentir ruido de<br />

armas, quiso salir, acompañado de dos de sus ministros, a la<br />

habitación en que despachaba, "mas fue detenido por el centinela.<br />

Encarándose entonces el anclado a los soldados les recordó su<br />

deber:<br />

- "Me habéis seguido largo tiempo: os conozco, me conocéis; soy el<br />

presidente".<br />

- "¡Viva el Presidente de la República!” -resonó la voz del militar que<br />

comandaba el pelotón.<br />

- "¡Ese soy yo! -dijo Frías con autoridad dirigiéndose al oficial que<br />

había lanzado la voz. Entonces éste, sin responder directamente al<br />

ansiando, volvió a gritar: " ¡Viva el general Daza! ", -a la vez que se<br />

alejaba "arrastrando su espada con insolencia".<br />

"Momentos después, -prosigue el historiador Sanjinés,- presidente y<br />

ministros eran separados y puestos en incomunicación...".<br />

Al anochecer, y a instancias del ministro de Estados Unidos, Frías<br />

fue conducido al convento de la Recoleta y, a poco dejaba<br />

ocultamente su prisión para dirigirse al Perú donde tuvo la debilidad<br />

de solicitar el apoyo de Quevedo y Corral, y como viera que era<br />

ilusorio y que los pueblos, como siempre; abandonaban al caído para<br />

seguir las huellas del vencedor, se marchó a Europa, entristecido y<br />

amargado.<br />

Iba pobre y sin esperanzas de ningún género. La vida no había sido<br />

muy parca en dones con él y ya nada tenía que aspirar. Su último<br />

deseo era morir en una gloriosa ciudad latina, en aquella en que el<br />

gran toscano inmortalizara sobre el mármol de una tumba<br />

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