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HISTORIA GENERAL DE BOLIVIA - Educabolivia

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<strong>HISTORIA</strong> <strong>GENERAL</strong> <strong>DE</strong> <strong>BOLIVIA</strong><br />

Se insinuaba el alba del 24 cuando Melgarejo ordenó a sus tropas<br />

reanudar la última etapa del viaje; llegaron un poco más del<br />

amanecer a la cumbre que domina la ciudad, donde, a la mortecina<br />

luz de los faroles, se levantaban barricadas, abrían fosos y<br />

disponiéndose la gente al combate, que lo adivinaba tenaz y furioso.<br />

A la cabeza de las tropas iban Melgarejo y Campero atareados en<br />

peligrosa charla. El caudillo se quejaba con despecho de las gentes<br />

de La Paz mostrando su prevención contra los periodistas Barragán y<br />

el teniente coronel Cortés, dejado allí como jefe de la columna y de<br />

quien se decía haber sido uno de los primeros en aclamar a Belzu.<br />

En ese instante una guerrilla enemiga apareció en la ceja del Alto,<br />

hizo algunos disparos y desapareció en la hondonada de la urbe. A<br />

poco se presentaron varios individuos adictos a Melgarejo: habían<br />

salido fugados de la ciudad y venían a incorporarse a las fuerzas del<br />

caudillo. Entre ellos se encontraba justamente el militar nombrado. Al<br />

verle, amartilló su revólver Melgarejo y se lanzó hacia él profiriendo<br />

groseras frases de amenaza. Cortés, aterrorizado, se pegó a su<br />

agresor y asiéndose de una de sus piernas le impidió el manejo de<br />

su arma a la vez que con acento de espanto pedía gracia de la vida y<br />

trataba de sincerar su conducta.<br />

El otro no escuchaba y hacía esfuerzos por “descargar su revólver<br />

sobre la cabeza de aquel desgraciado". Entonces, ante la inmovilidad<br />

del séquito que contemplaba la lucha sin atreverse a interceder por la<br />

víctima, el secretario general Muñoz saltó de su cabalgadura y "todo<br />

pálido y desencajado rogó al general que ¡por Dios! no hiciera eso<br />

por su propia mano", -cuenta Campero.<br />

Melgarejo "suspendiendo su revólver, trató de apearse del caballo<br />

por el lado de costumbre; pero como se lo estorbase la víctima, que<br />

se hallaba a ese lado fuertemente asido del caballo y del caballero, el<br />

general Melgarejo, haciendo un esfuerzo, se apeó por el lado<br />

opuesto y dijo:<br />

¡A ver, rifleros! ¡Tírenlo ahí, caballo y todo!<br />

"Dijo, y un riflero cayó sobre el hombre como un rayo; tomó éste al<br />

infeliz por el cuello, lo desasió del caballo, lo condujo a unos cuantos<br />

pasos, y le disparó un riflazo a quemarropa. Al mismo tiempo, el<br />

general Melgarejo y todos los de la comitiva nos pusimos en marcha"<br />

-prosigue Campero. Y añade este detalle bárbaro: "Maquinalmente<br />

volví la vista hacia donde se consumaba el hecho, y vi una de<br />

aquellas escenas que no podría espectar sin horrorizarse aun en<br />

medio de la embriaguez del combate. El desgraciado no había<br />

acabado todavía de caer por tierra, y daba como manotadas de<br />

ahogado, cuando los rifleros, que eran dos en aquel momento,<br />

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