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HISTORIA GENERAL DE BOLIVIA - Educabolivia

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<strong>HISTORIA</strong> <strong>GENERAL</strong> <strong>DE</strong> <strong>BOLIVIA</strong><br />

del ex presidente y entonces uno de los hombres más culminantes<br />

del país.<br />

Ballivián entró en activa correspondencia con todos los descontentos<br />

de la república, civiles y militares, y sus amigos no tardaron en urdir<br />

la trama de una revolución. Habían logrado comprometer a algunos<br />

jefes y no esperaban sino el momento propicio para lanzarse a las<br />

vías de hecho; más, revelada a tiempo la intención al gobierno, hizo<br />

éste prender a dos de los principales sindicados, que eran los<br />

militares don Heliodoro Camacho y Lisandro Peñarrieta.<br />

Un capitán Ávila, en inteligencia con los sindicados y miedoso por la<br />

situación de sus amigos y de su propia persona, no vio más recurso<br />

de salvación que comunicar todo el plan a Melgarejo, quien sublevó a<br />

un regimiento en la mañana del 28 de diciembre y, con su ayuda,<br />

pudo apoderarse de las tropas de guarnición, menos de las que<br />

vigilaban el palacio presidencial.<br />

Apoderase la confusión del gobierno. El presidente era el más<br />

azorado y nadie acertaba a discurrir ninguna medida salvadora, Sus<br />

más valientes oficiales andaban encogidos y atribulados, sobre esas<br />

cabezas parecía pesar la sombra de Melgarejo, enormemente<br />

agrandada por el pánico.<br />

Al fin, y a eso del atardecer, abríose la puerta de palacio para dar<br />

paso a un parlamentario que por orden del presidente iva a<br />

demandar al caudillo sitiador una tregua hasta el día siguiente; más<br />

la negativa rotunda de Melgarejo, llevó al último límite la confusión y<br />

el desaliento de los palaciegos. A la hora del crepúsculo la situación<br />

se hizo insostenible, porque comenzó a iniciarse la defección de las<br />

tropas leales. Un jefe quiso para la traición, y fue amenazado de<br />

muerte; otro probó intentar un supremo esfuerzo de armas con los<br />

que permanecían firmes al honor y al deber, pero tropezó con la<br />

resistencia del presidente, “que no quería abandonar su morada”.<br />

Melgarejo se lanzó por fin al asalto de palacio. Y entonces Achá dejo<br />

la morada de gobierno para ir a buscar refugio en la casa de una<br />

hermana suya. Iba rodeado de los miembros de su familia y<br />

únicamente le acompañaba de extraño el subsecretario de gobierno,<br />

don Jorge Oblitas, pues todos le habían abandonado para plegarse a<br />

la revolución. Cuando la medrosa comitiva traspasaba los umbrales<br />

de su asilo, díjole Oblitas a Achá: "Mi general, he acompañado a<br />

usted hasta el último momento; ahora me retiro". Y luego de hacer<br />

resaltar así la ejemplaridad de su conducta, corrió, como los otros, a<br />

ponerse bajo las órdenes del triunfador...<br />

Así concluyó el gobierno de Achá, que, al justo decir del citado<br />

historiador chileno, don Ramón Sotomayor Valdés, "resume en un<br />

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