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HISTORIA GENERAL DE BOLIVIA - Educabolivia

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ARCHIVO Y BIBLIOTECA NACIONALES <strong>DE</strong> <strong>BOLIVIA</strong><br />

demacrado, envejecido con la larga barba encanecida y descuidada,<br />

marchaba casi siempre mudo y con el rostro contraído por amargo<br />

gesto de dolor y desencanto.<br />

Al llegar al Alto avanzó solo hasta la misma ceja de la cumbre, y se<br />

puso a contemplar la ciudad, casi velada por la niebla, que se<br />

extiende en lo hondo de una quebrada rugosa y árida y se quedó<br />

algún tiempo en contemplación muda y apasionada. Luego llamó a<br />

algunos de sus jefes y soldados más adictos, y, con lágrimas en los<br />

ojos y en la voz, les recomendó que hiciesen lo posible por ponerla<br />

en sus brazos a doña Juana...<br />

El choque fue brutal y apasionado por ambas partes, aunque desde<br />

un comienzo se notase la falta de esa decisión desesperada e<br />

inimitablemente heroica con que sabían atacar los soldados del<br />

bárbaro. Los paceños se defendieron con más bravura todavía y el<br />

combate no era sino una cruel y despiadada carnicería aumentada<br />

con el horror del incendio a que hubo de recurrirse para desalojar de<br />

las casas a los soldados del gobierno...<br />

De 2,271 hombres se componía el ejército paceño, y de 2,328 el del<br />

caudillo. Hacia el crepúsculo habían quedado en las calles 1,378<br />

hombres fuera de combate y era aquello una carnicería atroz.<br />

A eso de las ocho de la noche emprendió la fuga Melgarejo<br />

acompañado de los más de sus partidarios militares de alta jerarquía.<br />

Huía sin haber logrado saber nada de doña Juana Sánchez, llevando<br />

en el pecho el odio, la angustia y la pena; huía acosado como una<br />

mala fiera por los indios que cercaban la ciudad y cuyo auxilio habían<br />

invocado imprudentemente los revolucionarios. Muchos jefes de su<br />

comitiva, sea porque no llevasen buenas cabalgaduras, o porque no<br />

contasen con fondos para los gastos de la forzada proscripción, se<br />

desprendieron de la huyente caravana y se internaron a la quebrada<br />

de Achocalla, donde fueron muertos a palo y piedra por los indios.<br />

Cayeron 17, es decir, el doble de los que habían muerto en el<br />

combate. Los otros seguían huyendo al amparo de las espesas<br />

sombras de la noche y dando vivas a Morales para despistar a los<br />

perseguidores, que, recelosos y vengativos, corrían también tras los<br />

prófugos, rematando, sin piedad, a los que se detenían a causa del<br />

cansancio de sus bestias, o por cualquier otro motivo...<br />

Sólo cinco llegaron a la frontera del Perú; y así los indios,<br />

desposeídos de sus tierras, injustamente maltratados, doloridos, se<br />

vengaron de aquellos que les habían arrebatado lo solo que da algún<br />

motivo y valor a su vida...<br />

Así también cayó el iletrado de las hazañas estupendas, después de<br />

haber manchado con sus crímenes y excesos esa pobre época en<br />

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