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HISTORIA GENERAL DE BOLIVIA - Educabolivia

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<strong>HISTORIA</strong> <strong>GENERAL</strong> <strong>DE</strong> <strong>BOLIVIA</strong><br />

postillones y se violaban las cartas, máxime si el gobierno abrigaba<br />

temores de revolución.<br />

Entretanto se avecinaba el período de las elecciones presidenciales y<br />

el país ardía, con la vehemencia que suele en estos casos,<br />

agitándose tras los candidatos.<br />

Se presentaron como tales los generales Morales, Quevedo y José<br />

Manuel Rendón, el doctor Lucas Mendoza de la Tapia y don Adolfo<br />

Ballivián, siendo los más favorecidos entre todos Morales y Ballivián,<br />

éste último en Europa y que debía la popularidad de su nombre y su<br />

designación de candidato presidencial, a la solicitud de sus buenos e<br />

influyentes amigos.<br />

La candidatura de Quevedo, la primera en aparecer, fue recibida con<br />

marcado disgusto en el país y con airada indignación por parte de<br />

algunos elementos, no ciertamente los mejores, pues Quevedo había<br />

sido uno de los más esforzados defensores de Melgarejo a quien<br />

sostuvo obstinadamente vertiendo sangre en las barricadas de Potosí<br />

y La Paz. Presentarse, pues, tan descubiertamente como<br />

candidato presidencial, cuando apenas había transcurrido un año de<br />

las matanzas del 15 de enero, era llevar muy lejos la sentencia de<br />

Oblitas, quien decía, con profundo conocimiento de causa, que en<br />

Bolivia no había cadáveres políticos, frase complementaria de<br />

aquella otra famosa de Achá y puesta a prueba por el mismo Oblitas,<br />

de que los bolivianos no tenían memoria.<br />

Se produjeron vehementes protestas contra esta candidatura y con<br />

harto contentamiento de Morales que al ver discutir las aspiraciones<br />

de Quevedo y juzgar con dureza su actitud de ferviente melgarejista,<br />

forzosamente la prensa tenía que tocar su actuación y hacer valer<br />

sus propios merecimientos como esforzado derrocador de la salvaje<br />

tiranía. Y su regocijo era tanto mayor cuanto más intensa era sus<br />

ansías de seguir gobernando, pues los halagos y las marcas de bajo<br />

apego que incesantemente recibiera por los mejores elementos en el<br />

año de su mandato presidencial, habían despertado en él, de un<br />

modo incontenible, su deseo de continuar en la presidencia y<br />

merecer los sufragios de sus paisanos y hasta recurrir, si posible, a<br />

cualesquiera extremos para ver realizado su deseo.<br />

Así lo probó, de pronto, con la llegada del candidato Ballivián que al<br />

ser recibido con delirante entusiasmo por lo más sobresaliente del<br />

país, hubo de despertar su alarma con la sospecha de que bien<br />

pudiera sonreírle a su rival el éxito plebiscitario, ante cuya<br />

perspectiva hubo de resolverse a invitarle a una entrevista en el<br />

curso de la cual le hizo ver que estaba resuelto a permanecer a toda<br />

costa en la presidencia.<br />

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