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LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

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todo de carrerilla. Cuando yo era Príncipe, venía a situarme en el plano internacional. No sé quéopinarás, pero tal como se han puesto las cosas, yo prefiero que Areilza no continúe.Al final de la mañana del martes 6, Oreja fue al palacete de Castellana, sabiendo a qué iba.—Adolfo, tres cuestiones previas. Primera: ¿quiénes vamos a estar en el Gobierno?—Unos cuantos amigos tuyos, democristianos del Grupo Tácito y de la UDPE: Landelino Lavilla,Eduardo Carriles, Andrés Reguera Guajardo, Álvaro Rengifo, Alfonso Osorio... También CarlosPérez de Bricio, Francisco Lozano Vicente, Rodolfo Martín Villa, Fernando Abril, Ignacio GarcíaLópez, Leopoldo Calvo-Sotelo. Los cuatro militares siguen en sus mismos puestos. Y hay nombrespendientes aún de una combinación.—¿No entra José Luis Álvarez?—No sé quién es...Marcelino hizo un panegírico del notario Álvarez, también del Grupo Tácito; pero notó que supropuesta llegaba ya tarde.—Dicen los periódicos que no encuentro ministros, pero hay cola de espera —comentó Suárez entono de broma—. Hasta el ilustre Pepe Solís ha dicho «yo estoy siempre a la orden».—Segunda cuestión —siguió Marcelino—: ¿adónde vamos?—A una democracia plena, sin exclusión alguna. ¿Y la tercera cuestión?—Pues sí, yo me siento enormemente honrado con tu propuesta, pero no puedo aceptar sin el plácetde Areilza.—Él ya no es tu ministro...—Te explico mis razones. De una parte, Areilza ha sido un gran ministro de Exteriores, ha vendidofuera de España una mercancía inexistente, nuestra democracia, y la ha vendido muy bien. Yo estoytotalmente de acuerdo con el trazado de su política. De otra parte, él me nombró subsecretario.Entenderás que quiera consultar esta decisión con quien me ha dado su total confianza.Oreja visitó a Areilza por la tarde. El conde de Motrico reaccionó un poco histriónicamente,llevándose las manos a la cabeza, consternado:—Pero ¿el Rey y Torcuato, que han tramado toda esta operación, se dan cuenta de en qué manosdejan este país? Si la situación política ya venía siendo insostenible, ¡esto va a ser un desastre! No sepodrá avanzar ni en apertura, ni en libertades, ni en diálogo exterior, ni en nada de nada... Lo malo, olo bueno, es que no durará...—José María, ¿qué respondo?—Acepta. —Areilza seguía considerándose el señor de Santa Cruz—. A mí me interesa queExteriores esté bien llevado, y que al menos ahí no demos bandazos.Desde el local del Grupo Tácito, cerca del estadio Bernabéu, Marcelino telefoneó a Suárez:«Presidente, tienes mi sí para lo que hablamos esta mañana.» [34]El motivo que Areilza adujo para apartarse del Gobierno de Suárez fue «mantener intactas misconvicciones ideológicas». Ante tal deseo de pureza, la pregunta lógica era cómo logró mantenerintactas e incontaminadas sus «convicciones» durante los siete meses que fue ministro de AriasNavarro.Además, el hecho de que Fraga, Areilza, Martín-Gamero, Robles Piquer y Garrigues sedesengancharan juntos de un todavía no nato Gobierno Suárez, negándose incluso a conocer suprograma, era indicio de que no estaban en una política de fines, sino de medios y de personalismos.Y como primer decantado, ese desenganche en bloque hacía desaparecer, aun sin ellos pretenderlo,los puntillosos matices que hasta entonces parecían distinguirlos.Torcuato Fernández-Miranda prefirió mantenerse al margen de la cocina donde se guisaban los

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