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LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

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Suárez: «¿Para qué diablos quiero yo a Carrillo detenido?»La Policía necesita colgarse una medalla y lo consigue ese mismo día 22. Santiago Carrillo esdetenido al salir de una reunión del PCE en la calle López de Hoyos. Carrillo vive en España desdeel 7 de febrero, entrando, saliendo por la frontera, moviéndose impunemente en coche por diversospuntos del país, dejándose filmar en coche por delante de Neptuno y la Cibeles, ha dado una rueda deprensa clandestina en Madrid ante cincuenta periodistas españoles y extranjeros, y justo cuando elGobierno está manteniendo con él unos contactos que no interesa interceptar, a Rodríguez Román, eldirector de Seguridad dimisionario, se le ocurre el golpe de eficacia.Cuando a Adolfo Suárez le dan la noticia, no puede disimular su contrariedad:—¡Vaya, hombre, justo ahora! ¡Mira que no han tenido días y meses para echarle el lazo...! [98]No puede decir más, pero a José Mario Armero, que lleva las conversaciones, sí le dice, en cuantole localiza por teléfono, en Barcelona:—¿Para qué diablos quiero yo a Carrillo detenido en estos momentos? ¡Se nos puede ir todo ahacer puñetas! Lo deseable es que le ofrezcan un billete a París, y que él acepte. Ni tenemos cargoscontra él para retenerle, ni podemos forzar su expulsión. Es un español y cometeríamos un delito.Hay que preguntarle al propio Carrillo qué quiere hacer.—Pues tomo el primer avión a Madrid y voy directo a la comisaría a preguntarle.—No, no vengas, Pepe. No te dejarían pasar. Ni eres su abogado, ni puedes decir que vas de miparte.Suárez compartimenta extremadamente sus informaciones. Cada ministro sabe lo que debe saber. YMartín Villa, dueño en esos momentos del preso Carrillo, desconoce que el presidente tiene abiertauna línea secreta de diálogo con él, que no debe ser estorbada.Carrillo les ha creado un buen problema. Varios ministros intercambian criterios de urgencia:Osorio, Lavilla, Martín Villa, García López. En primer lugar, hay que proteger al detenido de lasposibles vejaciones de algunos policías o del intento de linchamiento de los ultras, que ya se han idoconcentrando en la Puerta del Sol, frente a la Dirección General de Seguridad. Deciden sacarle en unfurgón celular y trasladarle a una comisaría nueva, en la calle Luna. Y una vez allí, que estéresguardado en la enfermería. Se encarga de esto el comisario Lorenzo Calatayud.Mientras, los «cabeza de huevo» Eduardo Navarro, Ortí Bordás y Félix Hernández Gil elaboran uninforme jurídico sobre la situación penal de Santiago Carrillo para ver qué se debe hacer con él. Lanota dice:Todos los delitos cometidos antes del 1 de abril de 1939 se declararon prescritos en vida deFranco, en 1969, con ocasión de los treinta años del final de la guerra civil, y porque habíatranscurrido el plazo penal. Por ese flanco no cabe imputar nada a Carrillo. De otra parte, el CódigoPenal español tipifica como delito «la deportación y el extrañamiento de un ciudadano nodeterminados judicialmente». Por tanto, el Gobierno delinquiría si extrañase a Carrillo sin causajustificada. En último lugar, todo el aparato del PCE está aguardando a ver qué hacemos con su líder;si nos equivocamos, se nos echarán al cuello y nos montarán la gris en las calles y en la prensa,desprestigiando nuestro proceso de reforma política.Casi al pie de la letra lo que Carrillo había respondido al comisario Francisco de Asís Pastorcuando le hizo una oferta alternativa, que procedía del Gobierno:—Si usted quiere, puede salir ahora de España: un avión y directo a París. Si no quiere irse, si sequeda aquí, tendrá que atenerse a la legalidad: la cárcel de Carabanchel el tiempo que sea, hastacomparecer ante el juez... Elija.

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