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LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

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los admita. Para más seguridad, el traslado debería hacerse en aviones militares.»No hacía falta decir que esos etarras, en cuanto hubiesen salido de España, se las ingeniarían pararegresar por sus medios a sus pueblos de Euskadi Sur o Euskadi Norte, viviendo clandestinamente.Se trataba, pues, de negociar con los países de acogida.Suárez llamó a Oreja, le dijo la fórmula y que los de ETA la aceptaban. Y le encargó buscar paísesde acogida. Sin delegar en nadie del ministerio, fue hablando uno tras otro con los ministros deExteriores de un montón de países. Nadie quería recibir un paquete de terroristas, y además enlibertad. Sólo Omar Torrijos, el general dictador de Panamá, estaba dispuestísimo: «Mándemelosacá en un avión, y sin problemas.»Pero los etarras no querían que se les deportase a Latinoamérica. Bandrés, que hacía deintermediario, comunicó: «Me dicen que nada de cruzar el charco, ni de llevarlos lejos, porque suplan es volverse cada cual a su pueblo cuanto antes.»Marcelino, paciente, sin despegarse del teléfono, después de pedir «el gran favor» directamente alprimer ministro belga, al presidente austriaco y al ministro de Exteriores noruego, logró que esos trespaíses los admitieran, «como un gesto en favor de la inicial democracia española».Al fin, se resolvió todo en cuestión de horas. [178]Pero aparte de esos tres «lotes», había ya cinco etarras confinados en Noruega, alojados durantemás de un mes en un buen hotel de Oslo. Entre ellos, Kepa Pérez Beotegi, Wilson, e Iñaki MujicaArregui, Ezkerra, cerebros de la Operación Ogro, ETA & CIA ex aequo, la espectacular voladuradel almirante Carrero Blanco con explosivo C4 militar americano. No habían sido juzgados, ni nuncalo fueron. Secreto de Estado o... de Estados. Las facturas de su estancia en Noruega se pasaban alcobro al Ministerio de Exteriores de España, y de ahí, con sello de registro de entrada y salida, alMinisterio de Gobernación. Para esos pagos siempre ha habido «fondos reservados». [179] Y parecemás creíble que fuesen éstos, Wilson y Ezkerra, los que tuvieran capacidad e influjo para presionarsobre el PNV, y no los otros veintisiete encarcelados en España. [180]Así y todo, como varios partidos abertzales declararon su intención de boicotear las eleccionesdel 15 de junio «si no se dejaba en libertad a todos los presos», y empezaron a verse barricadas,coches ardiendo y desórdenes en varias ciudades vascas, el Gobierno negoció con las dos ramas deETA un cese de «hostilidades» y concedió una amnistía total el 20 de mayo, para dragar de minas elpaso final hacia las urnas de la democracia.Torcuato: «Majestad, yo sí sé cuándo hay que poner el punto final»El 23 de mayo, a las once de la mañana, adelantándose un mes a la constitución de las nuevasCortes que emanarían de las urnas del 15 de junio, Torcuato Fernández-Miranda presentó al Rey sudimisión como presidente de las Cortes franquistas y del Consejo del Reino. Al Rey le pilló porsorpresa. En un primer momento pensó que Torcuato acusaba una acumulación de disgustos: el actode renuncia de Don Juan, al que se oponía, el haber prescindido de él para los contactos con laoposición, la legalización del PCE, el empeño de Adolfo por seguir en la política jugando a la vez enel Gobierno y en el tablero de los partidos políticos.—Torcuato, cometes un error.—Señor, se me encomendó una misión y la he cumplido. Aunque muchos estén convencidos de quemi nombramiento era por seis años, no me aferraré al sillón. Mi mandato queda expresamentederogado en el instante en que se celebren las elecciones. Yo sí sé cuándo hay que poner el punto

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