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LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

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censura los de izquierda nos uníamos para votar en contra suya, en el fondo de mi conciencia yo mepreguntaba «¿a favor de quién o de qué estoy votando?». No nos dábamos cuenta cabal de que,votando contra Suárez, que entonces estaba más amenazado por la derecha que nosotros mismos,ayudábamos a que esa derecha ultra se radicalizara y a que la derecha golpista actuara. [113]El Rey: «El que vuela demasiado en solitario, se desorienta»Volviendo a La Moncloa, Suárez recordó el dilema esquizoide del andalucista Alejandro RojasMarcos: «Estamos ante un voto ortopédico donde van juntas la censura al señor Suárez y lainvestidura del señor González... y nuestra duda es que queremos censurar a Suárez, que desde elreferéndum de Andalucía es un árbol caído, pero no queremos que gobierne González.» [114] Serebeló. No se veía como un árbol caído; pero sí como un animal acosado, perseguido, obligado aguardarse de una metralla disparada desde distintos frentes, una metralla que no era de plomo sino devitriolo.Con la censura, Felipe no buscaba gobernar de inmediato. Sabía que no le saldrían las cuentas. Poreso, ni se molestó en decir cómo y con quién gobernaría. Con la censura, Felipe buscaba convertir alhéroe en maldito. Y posiblemente lo había conseguido.Sin embargo, desde el podio, ya al final, Felipe dijo un par de cosas que a Adolfo le inquietaron.No acababa de ver su sentido inmediato... pero vislumbraba que tenían un alcance. Lo comentódespués: «¿Qué ha querido decir con que el suyo es “un programa abierto”?, ¿abierto a otras fuerzaspolíticas?, ¿que puede politizarse y cambiarse según las firmas que se pongan debajo?, ¿que mantieneun programa modificable según quien se le asocie?» [115]Y otra frase de Felipe en los últimos minutos, apuntando también a una posible operación de futuro:«Si se hubieran conseguido los 176 votos, no es que hubiese habido una amalgama enorme, sino quemuchas personas de las que hoy están aquí habrían pensado que, por patriotismo, hay que formar unamayoría sólida, sólida y coherente. Y ésta es otra conclusión, y muy importante, que se puede sacarde este debate.» [116]Las dos ideas eran perfectamente ensamblables: una moción de censura de «amalgama patriótica»,una mayoría sólida para respaldar un programa abierto. Y esa especie empezó a correr como lapólvora por periódicos, cenáculos y tertulias, las que Suárez llamaba «elegantes cloacasmadrileñas». Por unos meses todavía le faltaría el elemento clave, el candidato alternativo.El efecto pernicioso de la moción no fue el lanzamiento de González ni el quebranto de Suárez,sino el convertirse en banco de prueba, experimento y estímulo para otra moción de censura muchomás laberíntica, que desde ese momento se empezó a maquinar.No deja de ser curioso que, el mismo 30 de mayo en que se votaba la moción de censura en elCongreso, un alto personaje de La Zarzuela que asistía como invitado a la sesión preguntase abocajarro a Martín Villa, Osorio y De la Mata, diputados y ex ministros de Suárez los tres:—¿Qué pasaría si hoy, en vez de la alternativa Felipe González, se votase otra alternativa con uncandidato independiente?Los tres interrogados, que bastante tenían con atender al juego de lo concreto, le miraron perplejos.Parecía una adivinanza. El personaje de La Zarzuela, con un brillo especial en la mirada, desveló élmismo el acertijo:—Pues, ¡que mañana tendríamos un nuevo presidente del Gobierno!

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