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LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

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cualquier atasco en el proceso de democratización, acudiendo a la consulta popular. [50]No era un discurso para la galería, sino para los altos dirigentes políticos. Y éstos lo captaron contoda nitidez.«Ya hemos disparado más de dos mil tiros. Cambio»En Vitoria, en la empresa Forjas Alavesas, había comenzado el 9 de enero un conflicto laboral dereivindicaciones, paros, despidos y huelgas, que se propagó y fue inmediatamente secundado con lamisma actitud huelguista por la mayoría de las plantillas en otras factorías siderometalúrgicas. [51] El26 de enero ya estaban en huelga indefinida unos seis mil trabajadores de talleres y fábricas del PaísVasco.Durante los dos meses que se prolongó el desencuentro con los directivos, los trabajadorescelebraban sus asambleas en iglesias y parroquias, acogiéndose a la inviolabilidad de los temploscatólicos. Hubo unas doscientas cincuenta reuniones, sin que se produjera un solo incidente deviolencia o de alteración del orden. En España, los trabajadores no tenían ni el derecho demanifestar su protesta, ni el derecho de huelga, ni el derecho de reunión... Esas actuaciones, lejos deser derechos, eran delitos. Por tanto, si se atrevían debían atenerse a las consecuencias.El 3 de marzo de 1976, Miércoles de Ceniza, fue un miércoles de plomo. El grueso de la plantillade Forjas Alavesas y otros trabajadores de la zona se reunieron en el templo de San Francisco deAsís, en el barrio obrero de Zaramaga. A las cinco de la tarde, la Policía Armada acordonó el lugary cercó la iglesia con un imponente dispositivo de tanquetas, jeeps, coches zeta, furgones y un tropelde policías y agentes antidisturbios. Por megafonía, ordenaron «el desalojo inmediato del recinto,por las buenas o a palo limpio».Los obreros encerrados se negaron a abandonar el local. La Policía rompió las vidrieras y fuelanzando al interior baterías continuas de botes de humo y gases lacrimógenos, para forzarlos a salir.Dentro del templo había unas cuatro mil personas, hombres y mujeres. Se creó una situación dedesconcierto, problemas respiratorios, gritos, pánico. Los que salían de la iglesia eran apaleados orecibían pelotazos de goma. Después la Policía disparó fuego raso real. Todo estaba rodeado.La transcripción de las conversaciones entre las patrullas que actuaron en la carga, dentro y fueradel templo, según las grabaciones de la banda de radio de la Policía, permite hacerse una idea de ladureza de la represión, que uno de los agentes no dudó en calificar de «masacre»:—Charlie a J-1. En la iglesia de San Francisco es donde más gente hay. ¿Qué hacemos?—Si hay gente, ¡a por ellos! ¡Vamos a por ellos!—Charlie a J-1. Oye, no interesa que se vayan de ahí, porque se nos escapan de la iglesia.—Por fuera ya está todo rodeado de personal. Cambio.—Desalojen la iglesia como sea. Cambio.—No podemos desalojar, porque... ¡está repleta de tíos..., repleta de tíos! Por fuera, rodeados depersonal. ¡Vamos a tener que emplear las armas! Cambio.—Gasead la iglesia. Cambio.—Mándenos refuerzos, si no, no hacemos nada; vamos a tener que emplear las armas de fuego.Cambio.—Interesa que vengan los Charlies, porque estamos rodeados de gente y al salir de la iglesia aquíva a ser un pataleo.—Intento comunicar, pero nadie contesta. Deben de estar en la iglesia peleándose como leones.

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