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LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

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Entre el aviso del general turco, en enero, y su golpe militar de septiembre, no faltaron en Españaarticulistas imaginativos que «prestaron ideas» para que en nuestro país se fabricase algo similar a lacoacción de Evren. Así, desde su columna de la Hoja del Lunes, el brillante Pedro Rodríguezaclaraba el 28 de julio que, para provocar un supuesto anticonstitucional máximo que justificase unmovimiento militar, no hacía falta desempolvar al general Pavía con o sin su caballo, ni sacartanques a la calle, bastaba «un diagnóstico técnico de la grave situación nacional, que llevase a losmandos de las Fuerzas Armadas a ponerse al habla con el jefe del Estado». ¿Se percataba PedroRodríguez de que con esa sugerencia convertía a las Fuerzas Armadas en fiscales de la acción delGobierno y al Rey en su juez supremo?De ahí el interés de los dirigentes políticos, aquellos días de noviembre, por averiguar si lo delescrito de los generales españoles era cierto o se trataba de un infundio más para aumentar elcragcrag del batir de huevos.En la onda de esa inquietud, cenando en un reservado de Calycanto con tres o cuatro periodistas,Felipe González se enfrascó en un soliloquio de preocupación y de enfado:—Estamos en una situación de crisis grave y de emergencia, que dura demasiado tiempo. Yo no sécómo decirlo más claro, pero en este país se han encendido ya demasiadas luces rojas de alarma. Ungolpe cerrado, «a la turca», un efecto involutivo tan contundente que podría acabar con lademocracia... ¡sin sacar ni un sable a relucir, ni un carro de combate a la calle! Bastaría un simplepapel de condiciones al Gobierno... o de condiciones de Gobierno al mismísimo Rey. —Aplastó conrabia la punta de su cigarro habano en el cenicero y continuó—: Discutimos sobre coalición sí o no,que es como discutir sobre galgos o podencos, ¡una estupidez!, cuando lo que hace falta es ponerse ahablar en serio de cómo coño sacar adelante este país, sobre un programa de Gobierno realizable ysin jugarnos la democracia... Los socialistas no tenemos que pedir ni ofrecer una coalición deGobierno. No es nuestro papel. Las reglas democráticas legitiman al que está en La Moncloa paraque esté allí. ¡Es él quien tiene la responsabilidad de gobernar! Y si no puede, o no sabe, ya es horade que se lo diga al pueblo y deje el sitio libre... sin esperar a que el Rey le haga ningún guiño,ningún gesto, que es mejor que no los haga. Desde el punto de vista de la legitimidad constitucional,Suárez se mantiene en el poder, o se aferra apasionadamente, no lo sé; pero desde el pensamiento delciudadanito de a pie y del ciudadano que lleva gorra con estrellas, Suárez está... ¡perdío! ¿Tanencerrado y tan ensimismado está ese hombre que ya ni se da cuenta de que a su helicóptero se le hanencendido todas las luces rojas de alarma, y que esto no aguanta más?Eso era en la noche del 4 de noviembre de 1980. [46] Podía tomarse como un desahogo de Gonzálezcon unos pocos periodistas conocidos. Pero a los tres días, en un espacioso salón atestado depúblico, volvía a lo mismo con una obsesión clarividente de que el panorama nacional era de «crisisgrave», de «deterioro imparable», de «seria emergencia». Fue presentando el libro Una políticaexterior de España, del diplomático socialista Fernando Morán. [47] Felipe anunció que «el PSOEestaría dispuesto a asumir responsabilidades de Gobierno en coalición sólo en una situación deextrema gravedad».¿A quién enviaba su mensaje de «estaríamos dispuestos»? ¿A los hombres de la UCD? ¿O a los queestaban moviéndose ya detrás del general Armada para frenar un golpe cerrado, «a la turca» o ungolpe duro o una Operación De Gaulle?Una periodista de firma diaria en ABC y en El Noticiero Universal se propuso indagar si existía ono aquel papel de contenido admonitorio suscrito por cinco capitanes generales y que,

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