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LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

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Moncloa y secuestrar al Gobierno cuando estuviese reunido en Consejo de Ministros.Por las explicaciones de Milans, Pardo entendió que suplantarían al general Juste para que tomaseel mando de la Brunete el general Torres Rojas, que estaba en A Coruña. Un hecho gravísimo en ladisciplina militar.—¿Está avisado Torres Rojas?—No, pero está en el ajo. Esta noche, cuando llegues a Madrid, le llamas. Mejor a su domicilio.Lo que Milans enfatizaba con interés era: «Pardo, hay que amarrarlo todo bien para que el Reypueda actuar. Armada lleva mucho tiempo detrás de todo esto y me ha dado información reiterada deque el Rey lo apoya [...]. Una vez que esté controlada la situación, todo se pondrá a las órdenes de SuMajestad, como jefe supremo de las Fuerzas Armadas y como Rey, y el general Armada seránombrado jefe del Gobierno.» [4]Pardo Zancada hizo unas cuantas preguntas, un chequeo de los «factores de la decisión», yenseguida se percató de que lo básico no estaba a punto: faltaba el acuerdo entre los capitanesgenerales, el conocimiento de la operación, las misiones, los efectivos que debían actuar, lascontraseñas, la fecha, la hora... Y, dada la dispersión territorial, desde el Pirineo hasta las Canarias,se necesitaba urdir una malla de coordinación y un señalamiento claro del «jefe de la rebelión».¿Armada o Milans? Estaba todo muy verde. Lanzarse así, improvisando, era un desatino. Lo que másescalofríos le produjo fue advertir que, faltando apenas unas horas, nadie estaba avisado, no había unengranaje de comunicación alerta. Y, más incomprensible todavía: Milans insistía en que para evitarindiscreciones «no se debía avisar a nadie». Decía que la baza del éxito sería «el factor sorpresa».¡Y tan sorpresa! El general Torres Rojas, que debía tomar las riendas de la Brunete, no supo hastalas nueve de la mañana siguiente, ya 23-F, mientras hacía footing en Riazor, que tenía que salirzumbando al aeropuerto, coger el primer avión y estar a la hora de comer en El Pardo, cuartelgeneral de la DAC Brunete. Una vez allí, se enteraría, por boca de Pardo Zancada, de las novedades.Aquello no parecía encaminado a ser un golpe contra la forma de Estado, sino un golpe contra elGobierno. Un golpe monárquico, no contra el Rey, sino «a disposición del Rey», pero cuyo objetivofinal era que Armada se alzara con un nuevo Gobierno.Se detectaban muchas anomalías, la improvisación, la falta de un diseño, la bicefalia, la diarquía,algo atípico en el mando militar, donde sólo cabe una voz de mando, aunque sea para dirigir unatabla de gimnasia a un pelotón de reclutas.El bando de Milans y su desfile de carros blindados, como gesto de «solidaridad con esosmuchachos», no tenía mucha lógica. Quizá respondiera a un truculento antojo exhibicionista de pasearlos tanques por los puentes de Valencia.Más tarde, mucho más tarde, sabría que para Armada, el auténtico «ingenio» director, la retencióndel Gobierno y de los diputados en el Congreso era el «incidente» necesario: una situación extremade peligro, un supuesto anticonstitucional máximo, la creación de un vacío de poder a nivel estatal,que ofrecería el gran «pretexto» para una solución de emergencia, con un Gobierno de unidad...De modo que la improvisación y la falta de efectivos, hombres y equipos en la DAC Brunete, lamás potente de España y la idónea para «tomar Madrid», eran indicios inequívocos de que Armada yCortina sólo pretendían que Tejero actuase tomando el Congreso. La situación creada por Tejero ysus guardias sería ya en sí misma el supuesto anticonstitucional máximo que justificase laintervención de Armada y su postulación para formar un Gobierno provisional.El Spiderman tricorniado, Antonio Tejero Molina, era el único que lo tenía todo muy estudiado y

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