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LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

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legalidad constitucional.Cortina expone al Rey la Operación De GaulleTranscurridos unos diez días desde su visita anterior, el comandante Cortina volvió a ver al Rey.Fue entonces cuando le habló de la Operación De Gaulle. Le puso en antecedentes del gruesodossier elaborado en el CESID, que Suárez y Rodríguez Sahagún conocían. Y le dijo que esaOperación Resurrección a la francesa sólo muy remotamente podía servir de pauta.—Bueno, ellos procuraron hacer las cosas legalmente, sin cargarse las fórmulas de su Constitución—dijo el Rey—; y aquí, se haga lo que se haga, tiene que hacerse así, sin salirse un milímetro de laConstitución.—En nuestro caso, tenemos un hecho objetivo y un hecho circunstancial. —Cortina, sentado estavez frente al enorme lienzo del gigante de Dalí, en el despacho del Rey, clavó sobre el óleo sumirada todo el tiempo de su disertación—. El hecho objetivo es que conviene a España que Suárezdeje la presidencia del Gobierno. Conviene y, menos su familia y allegados, lo desea todo el mundo.Esa coincidencia general en querer la salida de Suárez es un factor nada desdeñable y facilitará muymucho la operación. Y el hecho circunstancial es el posible golpe duro militar del 2 de mayo. Nosemplaza en el tiempo, nos obliga a actuar antes para neutralizarlo; pero a la vez nos sirve en bandejala amenaza, la situación de peligro nacional, el supuesto anticonstitucional máximo que justificaríacualquier operación política «extraordinaria».Para que los golpistas de mayo no entraran en acción, había que adelantarse un mes, mejor cuarentadías, con un antídoto, un contragolpe que saliera al paso de sus preocupaciones satisfactoriamente, ylos dejase sin motivos para un alzamiento, quietos y «en su posición, descanso». ¿Qué antídotosatisfactorio? El golpe de timón, el corrector del rumbo: la dimisión de Suárez y... la formación de unnuevo Gobierno «especial» con un presidente también «especial».Cortina abrió su portafolios, delgado, de color tabaco y con cierre de cremallera. Mientras sacabaunos folios y varias cuartillas sueltas, comentó casi en un susurro que había hecho «unas consultasjurídicas, constitucionales, en abstracto», y estaba «pendiente de otras más concretas», y siguió suexposición:—Suárez está en su tiempo de ejercicio legal hasta marzo del 83 —siguió Cortina—. Puedeatornillarse al sillón si le da la gana. De no producirse un accidente físico, sólo hay dos modos deprovocar su desalojo: que en el Parlamento presenten contra él otra moción de censura, y esta vez lapierda; o que se marche por su propia voluntad. ¿Esto es posible? Esto es difícil, porque él se creceante los cuernos del toro; pero no es imposible. Podría haber un plante compacto de sus barones yuna petición firme... He oído que van a encerrarse juntos en algún lugar fuera de Madrid para ponerlas cuentas en claro. Ahí podría ocurrir algo. O quizá le organicen un cotarro los críticos en elpróximo Congreso de UCD. Al parecer habrá más de una lista en competencia. Pero cabría también...—Cortina hizo una pausa, escogió una de las cuartillas que había sacado y leyó—: «Que Su Majestadel Rey jugase una carta, más allá de los poderes que le confiere la Constitución, pidiendo alpresidente del Gobierno privadamente, con suave persuasión, su renuncia al cargo...»El Rey frunció el ceño:—Yo eso podía pedírselo a Carlos Arias, porque le había nombrado yo, y aun así no fue nada fácil.

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