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LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

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en una situación rara. Luego supe que tenía sentado enfrente a Torres Rojas, como convidado depiedra. Por lo insistente de sus preguntas, deduje que lo de que Armada iba a venir esa tarde aZarzuela se había dicho entre ellos, entre los que más o menos estaban en el secreto. ¡Uy, uy, uy!, mepuse en guardia, y subí rápido al despacho del Rey. [10]El Rey está hablando por teléfono con Alfonso Armada. Le llamó a su despacho, pero en el CuartelGeneral del Ejército le dijeron que estaba despachando con el JEME, y le pasaron con Gabeiras. ElRey, ya que tenía en línea al jefe del Estado Mayor, le preguntó:—¿Qué pasa en Madrid...? ¿Qué ha ocurrido en el Congreso?—Señor, sé lo que he oído por la radio. Acabo de enviar al comandante Aguilar Olivenza alCongreso para que se informe en persona. En cuanto sepa algo más le llamo.—¿Está por ahí Armada?—Sí, aquí conmigo. Precisamente, lo del Congreso nos ha sorprendido mientras trabajábamosjuntos... ¿Quiere hablar con él, Majestad? —Gabeiras pasa el auricular a Armada que, para hablarcon el Rey, se pone de pie respetuosamente.—Alfonso, ¿qué es toda esta historia? —El tono del monarca ya no es el que tenía con Gabeiras.Ahora habla contrariado y con enfado—. ¡¿Qué diablos es lo del Congreso...?!Se lo pregunta con acento de reproche. Es extraño. Quiere información, pero más bien parece quele pide explicaciones, como si Armada pudiera estar enterado o tuviese algo que ver con «toda estahistoria» del asalto de los guardias civiles entrando a tiros en el hemiciclo. En aquel momento, elRey no sabe que estén mandados por Tejero, y su mayor inquietud es si hay víctimas tras el tiroteo.—Señor, si le parece, voy un momento a mi despacho, recojo unos papeles, subo a Zarzuela y ahíle explico...Sabino llega en ese instante con la respiración alterada por la carrera escaleras arriba y advierte alRey con un gesto que tape el micro del teléfono. En voz baja le susurra: «Se trata de Armada...»—Espera un momento, Alfonso, que me pasan una llamada. No te retires.El Rey ha tapado con la mano el auricular. Sabino, telegráficamente, le dice lo que acaba de saberpor Juste. Y que tiene noticias del Congreso. El Rey, al ver que la explicación va a ser larga, vuelvea hablar con Armada:—Te llamo luego.En pocos minutos, Sabino le pone al corriente. De La Zarzuela habían enviado al Congreso a unmiembro de la Guardia Real desde el inicio de la sesión. Acaba de llamar informando de que alfrente de los guardias va el teniente coronel Tejero, el de la Operación Galaxia. Ha entrado al gritode «¡en nombre del Rey!». Los tiros han sido «de intimidación, al techo, con ánimo de no herir anadie». Al parecer no hay muertos ni heridos. Y ha facilitado un número de teléfono y una extensióndonde localizar a Tejero en el Congreso.—Armada se estaba ofreciendo a venir y explicarme... y me parece buena idea, porque aquíestamos en ayunas.—Señor, se lo desaconsejo seriamente. Que le explique lo que quiera por teléfono, pero desde supuesto en el Cuartel General. Allí van a tener hoy bastante trabajo... Y nosotros aquí no necesitamosa nadie, somos un batallón.Llama el Rey a Armada. Lo que acaba de contarle Sabino y lo que antes se les escapó a Blanco y aPastor sobre que eso «no era lo previsto», le han recalentado el enfado:—¡Alfonso, están usando tu nombre y el mío en la Brunete y en el Congreso! ¡¿Por qué?! ¡¿Puedesexplicarme de qué va esto ahora?!... No, no, no vengas. Si tienes una explicación, dámela ya. Si no,quédate ayudando a Gabeiras. Ahí vais a tener bastante trabajo.

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