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LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

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Hubo momentos de mucho jaleo, de mucho follón. Los teléfonos sonando a la vez y todo el mundometido a telefonista. El teléfono fue el instrumento decisivo para detener el golpe... pero era un armade doble filo. Te podían grabar. Con las capitanías no teníamos teléfonos rojos de línea directablindada y con secráfono. Usábamos las líneas de telefonía comercial. Cuando varios capitanesgenerales llamaban o eran llamados por el Rey y coincidían en diversos teléfonos, yo les retenía laslíneas: ganar tiempo era ganar tramos de la batalla, y evitar que entre ellos se enardecieran y sepusieran de acuerdo para actuar en apoyo de los sublevados.Las llamadas eran de todo tipo: Juste, que a altas horas de la noche se sentía impotente para reteneracuarteladas a varias unidades de la DAC Brunete; o Gabeiras, pensando declarar el estado deguerra; o una agencia de prensa internacional preguntando si era cierto que las infantas habían sidoevacuadas a Londres y si el Rey había pensado en hacer las maletas...Los mensajes, los recados más bien, que nos llegaban al despacho del Rey, desde la sala de estardonde se habían ido reuniendo los familiares y la gente amiga que subió a palacio, eran en muchosmomentos irreflexivos, carentes de una lógica sensata, como si se les hubiese olvidado que enEspaña existía una Constitución. ¡Opiniones para todos los gustos! Y, fuese por los nervios o por eldeseo de ayudar, todos aportaban su solución o exponían su parecer. A veces, se creaba una densaatmósfera de confusión que podía influir en el Rey, ¡claro que sí! Pero no les iba a hacer callar, eragente de la Casa o eran de su familia.Carlos Zurita, por ejemplo, defendía con empeño que entrasen los geos a tiro limpio, «encontraasalto» al Congreso. Cuando más adelante, por Paco Laína y por Carlos Holgado, elcomandante jefe de los geos, supimos que podría haber unas doscientas cincuenta bajas, y que almenos cincuenta serían muertes, Zurita replegó velas y no volvió a insistir. Del mismo parecer era, ylo argumentaba técnicamente, el inspector de Policía encargado de la protección del príncipe. A lahora de grabar el mensaje del Rey para televisión, unos opinaban que con traje civil y otros quemilitar. Y sin que se les hubiera preguntado. El Rey nunca dudó de que debía aparecer como capitángeneral. Ése era el quid de su «autoridad» en aquella situación.Había ayudantes de campo y miembros del Cuarto Militar del Rey que no estaban en contra delasalto al Congreso, querían un cambio político fuerte y se manifestaban a favor de la soluciónArmada. El teniente general Joaquín de Valenzuela, jefe del Cuarto, estuvo todo el tiempo tibio, entredos aguas, sin saber en qué orilla quedarse. Pero su hijo, y Agustín Muñoz Grandes, y GuillermoQuintana-Lacaci júnior estaban rotundamente a favor de Armada y de que lograra su presidencia deGobierno. El responsable de transmisiones, José Sintes, también era partidario. Y ascendiendo en elstaff, al propio jefe de la Casa, Nicolás Cotoner, marqués de Mondéjar, se le veía confuso, vacilantey... asustado. Aquella situación le excedía. Dedicó buena parte de su tiempo a atender las llamadasde personalidades y jefes de Estado y de Gobierno extranjeros, que se produjeron en tropel en cuantoel Rey se «retrató» por la democracia en RTVE. Pero es justo decir que el Rey pudo aparecer enRTVE aquella noche gracias a Mondéjar.Efectivos del Regimiento Villaviciosa 14, de Caballería Ligera, habían tomado las instalaciones deRTVE en Prado del Rey. El coronel que los mandaba, Joaquín Valencia Remón, no quisoobedecerme cuando le llamé diciendo que era de la Casa de Su Majestad, ni obedeció al generalJuste, que era su jefe divisionario de la DAC Brunete, ni al capitán general de Madrid, QuintanaLacaci, ni al JEME Gabeiras... Entonces se descolgó Mondéjar y habló con él. Se conocían por serlos dos de Caballería, y Mondéjar era superior en grado militar. La astucia de Mondéjar fuemostrarse ambiguo, sin mentir, pero sin aclarar en qué sentido se decantaría el Rey en su discurso.Me parece que la Reina le había recordado unos minutos antes que lo que hizo perder el trono a su

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