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LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

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ustedes desde un despacho, sin necesidad de armar todo esto. —Es un reproche meridiano. Le estádiciendo que todo ese berenjenal no lo ha montado él solo: se lo han hecho montar. Y continúa, peroa voz en cuello, indignado—: ¿Ahora resulta que me he jugado los bigotes... para una chapuza?, ¿paraque todo siga igual?Bobis, otro de los capitanes de Tejero, ha entrado hace un momento en el despacho acristalado ypregunta al teniente coronel si puede evacuar a un diputado que se ha puesto enfermo. Tejero le diceque sí, «por supuesto». Al ver los rostros descompuestos de los dos jefes militares, Bobis pregunta:—¿Ocurre algo?—¡Nada...! Que un avión y ¡hala, al extranjero!—Pero ¿es que ha habido alguna contraorden nueva...?—¡La otra noche me dio la orden de entrar en el Congreso...!No terminó la frase. Se refería a la noche del sábado 21, cuando Armada y él se vieron por primeravez. El comandante Cortina fue el presentador: los llevó a las oficinas de Aseprosa, una asesoría deseguridad utilizada por el CESID y dirigida por Antonio Cortina, hermano del comandante, en el 5 dela calle Pintor Juan Gris. Ahí Armada le fijó la hora de hacer el asalto y la contraseña «duque deAhumada» que acreditaría a la «autoridad militar» que debía llegar. Durante los juicios, Armadanegaría una y otra vez la existencia de tal encuentro, y que él hubiera dado orden o contraseña algunaa Tejero. Palabra contra palabra.Pero no sólo Bobis, otros tres capitanes asaltantes —Acera, Abad y Pérez de la Lastra—,declararon en los juicios que esa frase —«la otra noche, Armada me dio la orden de entrar en elCongreso»— la repitió Tejero el 24 de febrero, finalizada ya la ocupación del Parlamento, cuandoiban juntos y detenidos, en un Seat 1500 negro, matrícula PGCR0188, para reintegrarse a laDirección General de la Guardia Civil.Aún continúan un buen rato Armada y Tejero discutiendo dentro del despacho acristalado.Telefonean a Milans. No se han dado cuenta de que al entrar en ese recinto el teléfono no tenía líneaexterior, y ahora la tiene. Queda registrada la conversación entre los tres: Armada, Tejero y Milans.Por lo que dice Tejero, se ve que Armada ya le ha enseñado el listado de Gobierno: «No, si ahorava a resultar que, porque yo he entrado aquí cumpliendo una orden, ya tenemos a Fraga, a Felipe y ala gente de Carrillo en La Moncloa! ¡Tiene su gracia eso...! [...] Pero, mi general, ¿cómo me voy afiar de un general del Ejército que en vez de decir «España» dice «país»? ¡Me ha dicho no sé cuántasveces ya país! Y quiere contentar a todos los partidos dándoles a cada uno un par de carteritas [...].No, no, no, yo sólo acepto un Gobierno militar presidido por vuecencia, mi general.»Ante la cerrazón de Tejero en el Gobierno Militar, Armada le pregunta: «Y ese Gobierno militar,si lo presido yo, vosotros ¿qué?, ¿aceptaríais?» [46]La caja negra del golpeEsto se registrará de nuevo poco después, cuando Tejero, hablando con su amigo el falangista JuanGarcía Carrés, desde un teléfono también intervenido, le cuente a brochazos su desencuentro conArmada. Es una conversación también «a tres», porque Carrés tiene en una línea a Tejero y en otra alteniente coronel Pedro Mas Oliver, el ayudante de Milans del Bosch, en Valencia. Tejero estánervioso, enfadado, en un momento de tensión límite, y lo mismo intercala palabras soeces dedesahogo que ríe a carcajadas. La conversación es larga, pero en estos fragmentos se refiere a sugestión con Alfonso Armada:

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