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LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

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Bruselas y fue destinado a París como nuevo embajador de España. Su cese en Bruselas y elnombramiento en París se hicieron con sendos reales decretos del 10 de agosto de 1976.62. En julio de 1977, Adolfo Suárez y Gutiérrez Mellado reconvirtieron los servicios deinteligencia militar de Carrero, el Seced, en el Centro Superior de Información de la Defensa(CESID), y el teniente coronel Andrés Cassinello sustituyó a Juan Valverde, que venía siendo jefe delos servicios operativos desde los tiempos de Carlos Arias. El CESID incorporó todo el aparato ypersonal del Seced.63. Por la gentileza y la confianza inestimables de Ana María Montes, viuda de José MarioArmero, y de su hijo Mario, la autora accedió al archivo documental de Armero relativo a toda lasecuencia del antes, durante y después de la legalización del PCE, incluyendo algunos contactosprevios, cuando Juan Carlos todavía no era Rey. Hay documentos mecanografiados, multitud deapuntes a mano en hojas de bloc o en trozos de papel; recados de Adolfo Suárez o de SantiagoCarrillo, tomados por teléfono al pie de la letra. Y están los prodigiosos diarios manuscritos de AnaMaría, que recogen al dictado de José Mario, su marido, día a día, y a veces hora a hora, los sucesosy conversaciones entre agosto de 1976 y junio de 1977. Una valiosa pieza inédita de nuestra historia:la historia de unos hechos convulsivos que fueron gran noticia, pero vividos en la penumbra de lasala de calderas donde unas pocas personas podían hacer que todo naufragara o todo saliera a flote.64. Fernando Bermejo y Javier Lorenzo, Historia de la democracia: veinte años de nuestra vida,El Mundo, Madrid, 1995, p. 208.65. Landelino Lavilla a la autora, conversación en su despacho del Consejo de Estado del 23 denoviembre de 2012.66. Son coincidentes los comentarios que, sobre esta cuestión de los senadores de designaciónregia, recibió la autora de diversas personas, juzgando el tema desde sus distintas perspectivas:Antonio Fontán, presidente del Senado en la legislatura constituyente; Landelino Lavilla, ministro deJusticia y ponente de la Ley para la Reforma Política, que estableció ese cupo de senadores reales; osenadores de este cupo como Torcuato Fernández-Miranda, el teniente general Manuel Díez-Alegría,el catedrático Carlos Ollero, el escritor Camilo José Cela, el político Miguel Primo de Rivera o elbanquero Jaime Carvajal y Urquijo, quien a su vez sugirió nombres al monarca, como JustinoAzcárate, un republicano del exilio, con esa idea de aportar pluralismo ideológico en la fábrica de laConstitución. De otra parte, el escaño de senador constituyente no era una prebenda vitalicia: seagotaba con aquella breve legislatura de apenas diecisiete meses. El listado de los senadores realeshabla por sí mismo de la variedad e independencia de criterio que se pretendía convocar. Comobotón de muestra expresivo, el 8 de junio de 1977, una semana antes de las elecciones a Cortesconstituyentes, el Rey, a través de Suárez, pidió a Santiago Carrillo una terna, para designar de entreellos a un senador real: «Pero que, además de ser militantes o afectos al PCE —dijo el Rey—,tengan un significado social o un valor intelectual por sí mismos.» Los nombres propuestos fueron elactor Juan Diego, el jesuita Padre Llanos y el dramaturgo Antonio Buero Vallejo, que resultó elegido.67. Vilallonga, El Rey, ob. cit., pp. 123-125.68. Relato de Eduardo Navarro a la autora; referencia a esa evasiva de De Santiago y Díaz deMendívil al presidente Suárez, en Francisco Medina, Memoria oculta del Ejército: los militares seconfiesan (1970-2004), Espasa, Madrid, 2004, pp. 270-271.69. Relatado por Adolfo Suárez durante una comida homenaje en el palacio de Fuensalida, Toledo,que José Bono transcribe con detalle en Les voy a contar: diarios I, Planeta, Barcelona, 2012, pp.361 y ss.70. Relato a la autora del general Fernando López de Castro. López de Castro era comandante y

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