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LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

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negociaba el arreglo.Álvarez, democristiano vitola de oro, crítico con Suárez desde las entretelas, estaba en laoperación del golpe de timón que perseguía Armada. Su nombre aparecía incluso en la lista deGobierno que Armada mostró a Tejero. [27] Y fue uno de los personajes civiles a quienes Armada,recién destinado ya en Madrid, visitó el día 12 de febrero: «Fui a verle en su despacho delministerio, pues el ministro me había llamado y deseaba verme.» Y eso, en una jornada de especialsaturación para Armada. Según su agenda, por la mañana asistió en Barajas a la despedida conhonores a los restos de la reina Federica, trasladados a Grecia. Allí saludó a los Reyes y a variosministros. A continuación tuvo varias actividades oficiales; entre otras, su propia toma de posesióndel nuevo destino en el Cuartel General del Ejército; luego, una reunión del Consejo Superior delEjército. Y aún le quedó tiempo para acudir a la llamada del ministro de Transportes.Eran los días en que Armada intentaba reimpulsar su operación e impedir la investidura deLeopoldo Calvo-Sotelo, pese a que ya era presidente in péctore, designado por el Rey. Sólo faltabala votación en el Parlamento.Otra figura que aparecía en la foto, aun moviéndose en lo gris, era la de Alfonso Guerra. Le delatósu talento de estratega.Tras el pistoletazo de la dimisión de Suárez, la reacción de los líderes políticos se centró enSuárez, su discurso, las causas y las consecuencias de su dimisión, si el Ejército habría presionado,si el Rey habría borboneado, si el ducado de Adolfo era un premium mayor o menor que elmarquesado de Torcuato... Hablillas, en fin. Sólo un dirigente político salió por otro registro.Alfonso Guerra. Con esa dimisión a quemarropa, oficial y pública, la Operación Armada perdía susentido... y su oportunidad. Salvo que un fracaso de Leopoldo Calvo-Sotelo en su investiduradeparase la ocasión de investir al «general de prestigio» con su concentrado de ministros. Pero... elParlamento estaba de vacaciones. Y, mientras unos afilaban sus jabalinas contra la nueva bicha,Calvo-Sotelo, «representante icónico de la derecha reaccionaria y centralista», [28] o los patronoscatalanes del Foment del Treball, los amigos de Tarradellas, reclamaban «un Gobierno con autoridaden el que tomen parte figuras de probada experiencia económica y pertenecientes a la Españareal», [29] fue el lince Alfonso Guerra quien solicitó «la urgente convocatoria de la Mesa delCongreso de los Diputados para que la vida parlamentaria, suspendida por período vacacional, sereanude de inmediato». Obvio. Faltaba el escenario para la operación. A veces, el que se mueve sísale en la foto. [30]«Sabino, que éste se va»La estrategia dimisionaria de Suárez buscaba el efecto sorpresa y requería pulso en el control delos tiempos. Trabajo de relojería. Todo debía ocurrir antes de que las Cortes reanudaran suactividad. Al no poder mantener el tema en secreto sine díe, hasta que los controladores o losseñores que mueven los hilos decidan que se puede viajar a Palma sin riesgo, Suárez se ve forzado aanunciarlo «en seco» al partido, al Gobierno, al Rey y al país, desde Madrid y a velocidad exprés.Setenta y dos horas.Elige una fecha, el 29 de enero, jueves, a última hora de la tarde, cuando los diputados —devacaciones y comenzando el fin de semana— estén dispersos en sus lugares de origen, y sea muydifícil que los de la Operación Armada recolecten no ya las firmas para presentar la moción de

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