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LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

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teníamos, sino ya como socios del club defensivo. En términos coloquiales, les expuse que enrealidad las bases, los mandos y los jefes de la OTAN estaban en España. Y España, de chacha. ElGobierno se lo planteó fríamente: «¿Qué hacemos, señores? ¿Echamos a los americanos y nosquedamos fuera del juego de la Alianza, como país neutral? ¿O les decimos que no queremos seralquiladores del terreno, sino sentarnos a la mesa como los demás socios?» Esta última opción teníaentre otras ventajas que nuestra democracia, todavía frágil y con el dichoso ruido de sables, quedaríamás guarnecida. También recomendé que pusiéramos dos condiciones previas: la no nuclearizacióndel territorio español y decidir soberanamente nuestra modalidad de integración.Adolfo me comentó que iba a tener un encuentro discreto, secreto, en La Moncloa con LeoTindemans, presidente del Partido Popular Europeo y dirigente de la Internacional Democristiana(IDC), y luego me dijo: «José Pedro, vamos a entrar en la OTAN y vamos a integrarnos en la IDC,así se evitan aquí aventuras de futuro con el socialismo, en ambos frentes, el defensivo atlántico y elpolítico europeo.» De ese modo, cuando llegara el PSOE al poder, cosa que ya se veía inminente,España estaría anclada en la Alianza Atlántica y el partido UCD pertenecería a una formacióninternacional fuerte. Era una astuta jugada de Suárez para blindarse por la derecha.Ese cambio de postura se adoptó con Suárez en la presidencia. Otra cosa es que él ni lo pregonó nilo oficializó. Tal vez creía que aún le quedaba tiempo para hacerlo, sin intuir que los hechos iban aprecipitarse traumáticamente, y que para él... ya se había hecho demasiado tarde.Suárez se lo comunicó a Rafael Arias-Salgado, como persona de su intimidad; a Javier Rupérez,que era quien iba a traer a Leo Tindemans para gestionar el ingreso en la IDC; y a mí, como suministro de Exteriores. [8]En la tarde de aquel viernes 23, Suárez recibió al belga Leo Tindemans y le aclaró que el«secretismo» de su visita obedecía a una medida de prudencia: «En estos momentos, lahomologación de UCD en la IDC podría desencadenar protestas entre los socialdemócratas y losliberales de mi partido, y ya está demasiado alta la tensión, en vísperas congresuales.»Estando reunido con Tindemans y sus acompañantes, Rupérez y Arias-Salgado, recibió Suárez unallamada que no podía desatender: «Excúsenme, pero por ese teléfono con circuito cerrado y línea dealta seguridad sólo me llama el Rey.» Al momento, regresó y les dijo que debía subir a La Zarzuela.Habían hablado también de la intención de integrarse en la OTAN. [9]«Algo debió de ocurrir en aquella subida a Zarzuela —comentó tiempo después Pérez-Llorca—,porque ya cambió el panorama: Suárez no volvió a decirme una palabra sobre su determinaciónúltima de entrar en la OTAN, ni habló más de la integración en la IDC. Y pocos días después,inesperadamente nos anunciaba su intención irrevocable de dimitir.» [10]Encerrona del Rey a Suárez... y un general sacó su pistolaSí, algo ocurrió aquel viernes 23 de enero. Algo no banal. Por la mañana temprano, el Rey se fue auna montería en Lugar Nuevo, una espléndida finca de caza mayor en Sierra Morena, sobre el valledel Jándula, encomendada al Instituto para la Conservación de la Naturaleza (Icona). Estaba tododispuesto para dos jornadas de cacería. Cien guardas forestales habían preparado trece armadas enuna mancha batida de 2.300 hectáreas: 1.006 perros, pertenecientes a 42 rehalas, con suspodenqueros expertos. Asistieron 86 cazadores. [11]Se inició la distribución de puestos en la explanada de la casa forestal de Lugar Nuevo a las diez

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