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LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

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un cuartel, él debería escuchar a los líderes en consultas para «compulsar» los apoyos con quecontaba el candidato a ser investido presidente. Bueno, todo eso daba al Rey un protagonismo, leconvertía en el árbitro de la situación.No hay que olvidar el factor humano. Hacía tiempo que la sintonía entre el Rey y Suárez se habíaquebrado. Don Juan Carlos tenía celos, unos celos brutales de Suárez, que ya no sólo volaba por símismo, sin Torcuato, sino que mandaba más que el Rey. En alguna ocasión, me dijo: «Yo aquí ni tocobola ni pinto nada. Y la verdad es que yo creía que iba a ser como Franco, pero en rey.»El golpe de timón, con el Rey detrás, neutralizaba los golpes militares en marcha, reconducía laterrible situación, sacaba España del marasmo, refundaba la democracia... Y, de paso, le enmendabala plana a Suárez y le mandaba a hacer gárgaras. Bueno, ¡al Rey no podía apetecerle más!Si el 23-F Tejero no hubiese hecho aquella mamarrachada, y no hubiera secuestrado al Gobierno yal Parlamento con violencia, con tiros, con modales que más que miedo daban vergüenza, y siArmada hubiese podido acceder a la tribuna de oradores del Congreso para ofrecerse, no me habríaextrañado nada, ¡pero nada!, que él mismo una vez allí anunciara la llegada y la presencia de SuMajestad. [64]El Rey a Suárez: «Otro presidente que no seas tú»El Rey y su familia pasaron la Navidad en Estoril. El día 23 de diciembre celebraron una fiestaespecial porque doña María cumplía setenta años. El sábado 27, se desplazaron al Pirineo, aBaqueira, con una escala rápida en Madrid. Aquel año iba con ellos la reina Federica. El viaje fueaccidentado. Iban en dos helicópteros. La intensidad huracanada de los vientos, con tormenta denieve, los forzó a aterrizar en el campo de fútbol de un centro escolar, en Alfarràs, ya en Lleida.Después, como la carretera estaba cortada por la nieve, comieron en Benabarre, el pueblo máscercano. Para el príncipe Felipe y las infantas, aquélla fue la aventura más divertida de lasvacaciones. Llegaron a La Pleta de Baqueira-Beret.Suárez se había quedado en Madrid durante la Navidad. El día 27, al tiempo que los Reyesviajaban hacia el Pirineo, él marchó a Ávila para descansar junto a los suyos: su madre, sushermanos Hipólito, José María y Carmen, Lito, su cuñado, y la chavalería de hijos y sobrinos.Salvo una escapada a Madrid, el 29, para presidir el Consejo de Ministros y asistir a una sesiónplenaria en el Congreso, el resto de las vacaciones fueron relajantes. Hechas las paces, Adolfo yAmparo volvieron a salir con Fernando Abril y Marisa. En Nochevieja tomaron las uvas, másamargas que dulces, despidiendo con muchas ganas un año 1980 atroz, que por fin se perdía en lahistoria. Alguien dijo en el brindis que eran «las uvas de la ira», aunque la alusión a la novela deSteinbeck fuera un poco traída por los pelos.El domingo 4 de enero, Suárez fue con su amigo Fernando Alcón al fútbol: un partido de rivalidadregional entre el Ávila C. F. y la Gimnástica Segoviana, que se jugaba en el estadio Adolfo Suárez.Por la mañana, en su casa de la calle Telares, había recibido un mensaje telefónico perturbador. Erael Rey: «Adolfo, yo me bajo esta noche a Madrid, pero querría verte antes, hoy, aquí en La Pleta.Mañana es mi cumpleaños, pasado la Pascua Militar. Allí no voy a tener un minuto libre, y esbastante urgente, ¿puedes hacer una escapada y venir? Te envío un helicóptero a Ávila. Aquí, en elhelipuerto de Vielha, habrá un coche de incidencias y otro de cortesía esperándote. Por favor,encárgate de que los tuyos de seguridad de ahí avisen a éstos de aquí... Oye, Adolfo, prefiero que,excepto tu escolta, no se entere nadie.»

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