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LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

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hasta entonces impensable. Y sobre todo, se había recuperado el norte: hacer una Constitución sinvencedores ni vencidos.Siguieron viéndose y trabajando a altas horas. En El Escuadrón, en el despacho de Óscar Alzaga,en el de Peces-Barba, en casa de Abril. Fueron pasando todos: Carrillo, Arzalluz, Herrero de Miñón,Landelino Lavilla, Eduardo Martín Toval, Miquel Roca, Solé Tura... Aquello no eran pactos turbios,aquello era el arte político del consenso. Se avanzó. Y de las 1.133 enmiendas, sólo se mantuvieron187. [7]El wikileaks de la Constitución... y empiezan las presionesSalvado el escollo, los trabajos iban viento en popa hasta que ocurrió algo insólito: la filtración ala prensa del borrador «secreto» con los veintinueve artículos ya elaborados en firme. El original delscoop lo tuvo Cuadernos para el Diálogo, publicación con la que estaba estrechamente vinculadoGregorio Peces-Barba, el ponente socialista. Para amortiguar el descarado mal efecto, locompartieron al alimón con El País y La Vanguardia. [8]El efecto más pernicioso de esa filtración fue que desencadenó una riada de advertencias, críticas ypresiones desde diversas instancias de poder. En España no existía el lobby como organización legalinstitucionalizada, pero sí existían los lobbistas y los traficantes de intereses. Unas llegan al Rey,otras al presidente del Gobierno, otras al de las Cortes...Empresarios y banqueros se habían alarmado ante la palabra planificación en defensa de laproductividad económica, y de otras cautelas o cortapisas estatales que se mencionaban junto a lalibertad de empresa y la economía de mercado. Al vicepresidente del Gobierno, Fernando AbrilMartorell, le llovían las protestas. «Decidme, ¿qué Gobierno —contestaba— no planifica oprograma su política económica cada año, a la vista de las macrocifras que maneja? Pero esapalabra, planificar, a los socialistas y a los comunistas les produce tal regodeo que luego ceden en elservicio militar obligatorio o en que “todos tienen derecho a la vida”, sin precisar si todos losnacidos o todos los concebidos.» [9]El presidente de los empresarios de Madrid, José Antonio Segurado, alardeaba sin rubor: «En laConstitución influíamos permanentemente a través de Fernando Abril. Cuando se redactaba elEstatuto de los Trabajadores, conseguimos que el PSOE defendiera nuestras tesis, las de lospatronos. En cambio, el mayor gol que nos metieron, la reforma fiscal, quien lo chutó fue un ministrode Suárez: Paco Ordóñez.» [10]Era un flujo discreto pero intenso de «correos del zar» hacia el palacio de San Jerónimo. Endefensa de la libertad empresarial, o de la abolición de la pena de muerte, o de la amplia gama delibertades ciudadanas, se batían el cobre los centristas liberales Pedro Schwartz y Chimo MuñozPeyrats, con el equipo soterrado de Joaquín Garrigues Walker, Jiménez Blanco, Eduardo Merigó,Pedro López Jiménez.Hubo momentos —reconocía Muñoz Peyrats— en que le decíamos a Miguel Herrero, que dentro desu acratismo era más liberal que otra cosa: «Miguel, cógete el texto del Consejo de Europa, y traducey llévalo de chuleta a la ponencia.» [...]En el seno de UCD no todos estaban a favor de abolir la pena de muerte, ni de la amnistía, ni deque no hubiera más delito político, sino que en adelante todo acto delictivo fuese delito común, o dela desaparición de la justicia militar incluso para el golpismo —recordaba nítidamente Muñoz

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