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LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

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fascistas y con los familiares de Franco. Y que nosotros no íbamos a juzgar a quienes se habíancriado en el sistema franquista... Era una declaración de intenciones por mi parte. [56]En efecto, no era una toma de contacto del Príncipe a través de terceros, sino algo más amplio ygaseoso: un trabajo de campo que, como servicio a Juan Carlos, acometió Nicolás Franco para irpulsando opiniones de políticos, intelectuales, empresarios, sindicalistas, militares de todo elespectro ideológico, desde Blas Piñar hasta Santiago Carrillo, pasando por Felipe González, Girón oTierno Galván. Según Nicolás Franco, «esa conversación empezó un poco tensa, con desconfianza yexpresiones despectivas de Carrillo hacia Franco, mi tío, y hacia el Príncipe, su sucesor; pero luegotranscurrió templada y hasta cordial. Carrillo dijo que se comprometería a aceptar la Monarquía, si asu partido y a él se les aceptaba en el juego político, aunque creía que el Rey y la Monarquía nodurarían ni tres meses». [57]Al año siguiente, en agosto de 1975, también por iniciativa del Príncipe, se produjo el envío de unmensaje a Carrillo, con un contenido más concreto y personalizado. La ruta fue algo rocambolesca:Manuel Prado y Colón de Carvajal, íntimo amigo de Juan Carlos, utilizó la mediación de DomingoDominguín, militante comunista, para trasladarse a Rumania y ser recibido por el presidente NicolaeCeaucescu. Una vez allí, y aunque decía llevar «un mensaje personal del futuro Rey de España», losde la Securitate le cachearon y le descubrieron una minigrabadora sujeta a la pierna, por lo que pasóun par de días en un calabozo. Aclarado todo, transmitió el mensaje al dictador Ceaucescu:Don Juan Carlos de Borbón, el futuro Rey de España, le pide transmita a su amigo y camaradaSantiago Carrillo que su intención es, en cuanto acceda al trono, establecer una democracia plena,legalizando todos los partidos políticos, también el PCE. Aunque, por prudencia, habrá que medir lostiempos, y el PCE posiblemente tendrá que esperar un par de años hasta ser legalizado. Don JuanCarlos pide al señor Carrillo que confíe en él, que no fuerce los acontecimientos y tenga paciencia,porque cualquier precipitación puede ser perjudicial para el proceso de cambio. Si él está deacuerdo, todo saldrá bien. En caso contrario, si hay que contar con la oposición del PCE, las cosaspueden resultar mucho más complicadas, y ya son bastante difíciles.Poco después, Carrillo hubo de viajar a Bucarest, llamado por Ceaucescu. Un intérprete rumano letransmitió el mensaje. La reacción inmediata de Carrillo ante Ceaucescu fue en argot castizo: «¡Nihablar del peluquín! Tienen que legalizarnos a la vez que a los demás partidos, si no ¿quién en elmundo va a creerse que en España hay una democracia real y de verdad? Y si no lo hacen así, si nosdejan fuera, siendo la fuerza política que más ha luchado contra la dictadura, nosotros lesdificultaremos mucho, ¡mucho!, las cosas.» Luego, a la hora de redactar el texto que se debíatrasladar a Juan Carlos, Carrillo atemperó bastante los términos. Al terminar de dictar, le preguntó altraductor quién era el español enviado por el Príncipe. El rumano sólo pudo describir al tipo: «Nohabrá muchos como él: ojos verdes, barba poblada y... manco del brazo izquierdo.» Con esos rasgos,los camaradas de Madrid averiguaron que el emisario había sido Manuel Prado, un gran amigo delPríncipe.La respuesta de Carrillo tardó varios meses en llegar a La Zarzuela. No había legación diplomáticade Rumania en Madrid y toda conexión tenía que ser subrepticia. Entre tanto, Juan Carlos ya era jefedel Estado en funciones por segunda vez y con carácter irreversible. Franco agonizaba en La Paz. Elmensaje que Juan Carlos recibió a través de un ministro de Ceaucescu fue: «Santiago Carrillo nomoverá un dedo hasta que seáis Rey. Luego, habrá que concertar un plazo, no demasiado largo, paraque vuestra promesa de legalización sea efectiva.»

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