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LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

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podamos encontrarnos en las coincidencias [...]. Vamos a escuchar la voz real del pueblo, que latiene y quizá sea muy diferente de cómo pensamos. Vamos a escucharla, dándole el altavoz de laasociación política, como primer paso. Arrinconemos a los intérpretes gratuitos de las aspiracionesdel pueblo. Que las grandes mayorías silenciosas tomen la iniciativa, desde el reconocimiento de susexpresiones y de sus libertades cívicas... Eliminemos el riesgo de la falsificación, y hagamos que lasociedad pueda organizarse lícitamente para la denuncia, para el aplauso, para impulsar alternativasválidas [...] y que la decisión corresponda a la voluntad popular. Pero eso no se conseguirá si no sehace posible la existencia legal de grandes bloques de opinión de los que surjan las mayoríasreversibles, el respeto a las minorías, y el triunfo de la minoría más pequeña, que es el hombre.Se le escuchaba en silencio y en muchos escaños con suspicacia, mandíbulas prietas, ceñosfruncidos —«el camaradita secretario general del Movimiento nos la está clavando hasta laempuñadura»—. Entonces mencionó a Franco, y los suspicaces rompieron a aplaudir sin atender a loque estaba diciendo: «Si hasta el 20 de noviembre de 1975 el pueblo español delegó su capacidad dedecisión en Franco, ahora ya la Corona se define como el “poder compartido”, sin mixtificación niintromisiones.»Una mirada en travelling por las bancadas, sabiendo que allí no había izquierdas ni derechas, ypasó a pedir el voto:De vuestro voto depende que la palabra pueblo no se quede en una fórmula teórica. De vuestrovoto depende que ese pueblo se pueda organizar por afinidad de ideas. De vuestro voto depende quedemos hoy un paso importante hacia la democracia, bajo el signo de las libertades sociales [...]. Estepueblo nuestro no nos pide milagros ni utopías. Nos pide que acomodemos el derecho a la realidad.Nos pide que hagamos posible la paz civil, desde el diálogo, con todo el pluralismo social [...]. Atodo eso os invito. Vamos a quitarle dramatismo a nuestra política. Vamos a elevar a la categoríapolítica de normal lo que a nivel de calle es simplemente normal.Y, consciente de que por vez primera en esa Cámara iban a sonar palabras del poeta castellanomuerto en Colliure de pena, de asma y de pobreza, muerto de soledad, de exilio y de tristeza, Suárezpidió venia:[...] Está el ayer alertoal mañana, mañana al infinito,hombres de España, ni el pasado ha muerto,no está el mañana —ni el ayer— escrito. [144]«He dicho.» [145]Arrasó Suárez, y no por la ovación y los enardecidos bravos de los procuradores. Arrasó con losvotos: a favor de la ley, 338; en contra, 91; abstenciones, catorce.El procurador y teniente general Díez-Alegría comentaba después: «Aquí hay búnker y cerrojos, yalo sé. Pero también hay otros talantes. Hace diez años, en estas Cortes no se hubiese podido decirnada de lo que acabamos de oír.» [146]Y Nicolás Franco Pasqual del Pobil: «¡Ya era hora de que en estas Cortes dejásemos de discutirsobre el sexo de los ángeles! Hoy, por fin he oído hablar aquí de lo que oigo hablar en la calle. Sólocon ese discurso de Suárez doy por amortizado mi escaño.» [147]Y un ujier, con voz de confidencia, a la periodista que le pedía su opinión: «Pues, que ya era horade que el orador no subiera a la tribuna a reñirnos, a gritarnos, a asustarnos... Yo he entendido que,aunque no lo dijera, hablaba de partidos políticos.»Claro que no todos respiraban por las mismas branquias. «El régimen se desmantela, se liquidan

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