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LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

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Terminó con los vítores de rigor, en catalán: «Visca Catalunya! Visca Espanya!», y el salón delTinell restalló en una ovación sólida, larga, emocionada.El Rey había roto la barrera, había traspasado el cristal, había tocado la fibra íntima.Fue un gran impacto, por lo que suponía de reconocimiento y respeto de algo tan entrañable comola lengua madre, y porque mostraba un nuevo estilo, una comunicación interpersonal directa yconcreta. El Rey tenía que «legitimarse» ante todos los pueblos de España, y había escogido empezarpor el catalán. Aquellas quince líneas eran un primer paso.Un prestigioso cronista catalán, Carlos Sentís, expresó lo novedoso del hecho:A pesar de los intentos de Cambó, Alfonso XIII no se decidió a hablar en catalán. En cuanto a lospresidentes de la Segunda República, tanto los que se turnaron en la jefatura del Gobierno como en ladel Estado, cuando en distintas fechas nos visitaron, no dijeron en catalán ni esta boca es mía. DonJuan Carlos, pues, ha derribado un tabú. [46]Durante los preparativos de la gira, Armada le había dicho al gobernador Sánchez-Terán que elRey no pretendía un show, ni un triunfalismo de farsa, sino palpar en persona cómo le acogía o lerechazaba el pueblo.—Estupendo —respondió rápido el gobernador—. A mí tampoco me gusta el sistema de contratarmultitudes de comparsas, al estilo franquista, llevándolos en autocares de acá para allá con bolsa decomida gratis y veinte duros de propina para que llenen huecos y hagan de aplaudidores. Si SuMajestad quiere la espontaneidad natural, dejemos que la gente responda libremente.Y así discurrió el programa. La comitiva de los Reyes iba recorriendo los pueblos de la ruta, y lagente salía de sus casas y se echaba a las calles. Monistrol, Sant Vicenç de Castellet, Sallent,Balsareny, Navàs, Puig-Reig, Gironella, Oliana, Manresa... Se inauguró una presa, La Baells, unembalse clave para regar el Alto Llobregat y abastecer de agua a Barcelona y su comarca. Y unmomento emotivo, cuando se desviaron de la ruta para abrazar y consolar a las viudas y a las madresde los veintisiete mineros que murieron el 3 de noviembre de 1975 por una explosión de grisú en lasminas de Fígols.Los alcaldes habían engalanado con guirnaldas y banderolas los accesos a cada localidad, pero lagente colgó también sus pancartas: «Amnistía», «Viva el Rey», «Democracia», «Estatut», «Viva laReina»...En otro lugar, el Orfeón Catalán al terminar un recital interpretó el Cant de la senyera, y fueron losReyes quienes iniciaron el gesto de ponerse en pie para escucharlo. Una actitud de reconocimiento yrespeto que los allí presentes agradecieron profundamente, y a la mañana siguiente tuvo su resaltadoen la prensa.No hacía falta montar la engañifa del público artificial. La radio, la televisión, los periódicoscatalanes, desde los más conservadores hasta los más críticos, eran los que provocaban el interés yla animación del público. Durante los seis días que duró la visita, el impacto en prensa fueimponente: portadas, titulares a toda plana, amplios despliegues en el interior, editoriales, artículosde plumas relevantes. Los Reyes eran «la noticia». Y eso se fue traduciendo en una respuesta deafluencia masiva de gente en las calles. In crescendo y con entusiasmo.Arias: «¿Este niñato se cree que el Gobierno es un circo?»El presidente Arias y los ministros Fraga y Valdés se alojaron la primera noche del viaje de losReyes en el Gobierno Civil de Barcelona, como huéspedes de Sánchez-Terán.En la sobremesa, después de cenar, Arias Navarro hizo algunos comentarios críticos sobre la

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