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LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

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arresto. Sin embargo, dirigían entre ambos una operación con «mando bicéfalo», según la expresióndel comandante Cortina. Y Milans envió tres veces como enlace al coronel Ibáñez Inglés, paratrasladar a Armada mensajes muy escuetos, telegráficos. Pero toda esa información «sensible» sobrela lista de Gobierno, sus apalabrados ministros, Milans la había recibido directamente de Armada:«Me lo ha dicho Alfonso.»La tarde del arresto de Milans —reveló años después Sabino Fernández Campo—, estando Milansya detenido en el Ministerio de Defensa, en el cuarto del oficial de guardia, esperando a que lereciba el ministro, se produce una llamada de Armada a Milans. Ese teléfono está intervenido, y poreso se sabe lo que hablaron: «Jaime, tenemos que estar de acuerdo y ser unánimes en un puntoesencial y no salirnos de ahí: entre tú y yo no había ninguna operación acordada, ni ningún plan enmarcha; nuestra actuación se produce sólo cuando Tejero entra en el Congreso, motivada por laentrada de Tejero en el Congreso. Hasta el momento del asalto, ni tú ni yo sabíamos nada de que estehombre planeaba esa acción. Y, a la vista de los hechos, ante la grave situación creada en Madrid, tú,Jaime, intervienes en tu región, y yo intento remediarlo acudiendo al Congreso en nombre del Rey.Pero de todo lo demás, tú y yo no hemos hablado ¡nunca!»El oficial de guardia escuchó la conversación y enseguida informó sobre ello. [65]El propio Armada, justificando que su menester era el de informarse de los golpes en preparación ydar noticia al Rey, escribió y declaró: «Yo fui un informador del Rey. Yo iba informándole de todosmis contactos, de lo que veía venir, de mis conversaciones con Milans...» [66]Y ¿dónde tenían esas conversaciones, ya que los dos procuraban que pasasen inadvertidas? En unpunto a mitad de camino entre Valencia y Lleida: San Carlos de la Rápita. En la calle que flanquea elpuerto hay una casa vieja con bar. La planta de arriba es la vivienda de los dueños. Un piso pequeño.En el comedor de esos señores, a resguardo de la vista de la gente, ahí se encontraban y comían losdos generales. [67]Armada ya es imparableArmada se enteró de la dimisión de Suárez durante una demostración de armamento en Campo deSan Gregorio, en Zaragoza, atendiendo a unos saudíes interesados en la compra de armamento.Durante el almuerzo, un general le comentó que un piloto de helicópteros acababa de oír por la radioque Suárez había dimitido. Se dirigió al helicóptero y desde ese momento sólo estuvo atento a lo quefuera diciendo la radio. No esperaba esa noticia. ¿Se quebraba la burbuja de su ambición con eladiós a quemarropa de Suárez? ¿O tenía que ser así el «cambio de peones»?El martes 3 de febrero, a las ocho y media de la mañana, cuando Armada entraba en su despachodel Gobierno Militar de Lleida repiqueteaba el teléfono por su línea directa. Se apresuró adescolgarlo.—¿Alfonso? Soy Sabino. Estoy con Sus Majestades en Barajas haciendo tiempo hasta que despejela niebla en el aeropuerto de Foronda... Sí, vamos a ver qué nos reservan los del norte. El Rey quierehablarte, te dejo con él. Un abrazo.—Hola, Alfonso, tengo una buena noticia y quiero adelantártela. Te vienes a Madrid de segundoJEME con Gabeiras. No lo digas ahí porque aún no ha salido en el BOE, pero ya está firmado eldecreto. Saldrá mañana. Supongo que te imaginas lo que he tenido que bregar, pero me da muchatranquilidad tenerte pronto aquí. Y Gabeiras, encantado el hombre. ¡Enhorabuena, Alfonso! [68]

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