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LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

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Osorio sonrió de oreja a oreja. Había captado el quid maquiavélico de la pista. [117]Durante la moción y en su epílogo, Suárez habló dos veces con el Rey.El Rey siguió los debates:No estuvo todo el tiempo pegado al televisor —explicó uno de esos días Sabino Fernández Campo—; pero sí procuró compaginar su trabajo de despacho y de audiencias para verlo. Siempre, tomandodistancia y sin identificarse ni inclinarse más hacia tal líder o hacia tal otro. Otra cosa es que legustase más el estilo o la forma de expresarse de Fulano o de Mengano. Como intervinieron tantosoradores, hubo un momento en que comentó «novilleros, muchos; pero primeras espadas, pocas». Ytambién que «mejor que andar sembrando críticas a voleo, que todo eso cuaje en una censura seria yen firme, con el compromiso de una contrapropuesta; y que se haga de modo correcto y guardando lasreglas del juego».Le resultó muy positivo el interés que el debate despertó en la calle, la atención con que se siguió.Incluso le comentaron que en muchos bares la gente estaba callada, atenta al televisor, viendo yoyendo, como en los buenos partidos de fútbol. «Pues me alegro —dijo—. Con el desencanto que losespañoles tienen ahora de la política, eso es un buen síntoma.»Lo que no le gustó fue que se entrase en la discusión de si se negoció o no con ETA. Ahí el Rey sepuso un poco tenso. Y después nos comentó: «Ni venía al caso, ni era el momento de que Felipehurgase en ese tema del pasado, ni que Adolfo se cerrase en la negativa rotunda de que el Gobiernono ha negociado. Pero, una vez puesta la cuestión en el tablero, Suárez hubiese debido aclarar que, enaquellos momentos, que no son éstos, pudo ser prudente ver si la negociación era viable y en quétérminos...» O algo así; pero no dejar a la gente con la impresión de que uno de los dos mentía oentre los dos ocultaban algo.En cuanto a la censura en sí, al Rey le pareció que «hasta al mejor gobernante, si llega aacostumbrarse al mando y a pensar que manda porque sí, puede venirle bien que las circunstancias leobliguen a hacer un examen de conciencia, un propósito de enmienda y... a cumplir algunapenitencia».Al final del gran debate, Sabino ofreció este corolario, poniendo en buena sintaxis lo que leescuchó al Rey: «Situado el gobernante entre el Rey y el pueblo, bueno es que alguien le recuerdeque no está ahí sólo para estar. El que vuela demasiado en solitario, se desorienta; y el que seencierra demasiado en solitario, se asfixia.» [118] Más claro, agua.«Sabino, ¿qué le pasa al Rey conmigo?»Antes y después de la moción de censura, Adolfo Suárez recorrió medio mundo en sus andanzasexteriores. Cada vez paraba menos en Madrid-Moncloa. Entre enero y febrero, Washington, Iraq,Jordania y un viaje relámpago a Bonn para transmitir a Schmidt sus alarmantes impresiones delpanorama de Oriente Próximo, y acordar un criterio europeo común ante los problemas de Afganistáne Irán. En mayo remodeló a fondo su Gobierno con seis ministros entrantes, seis salientes y tres quecambiaron de cartera. Tras la jura, marchó a Siria para conseguir un stock seguro de crudo einformación de aquel mosaico de países respecto a las crisis de Irán y Afganistán. Estando allí,falleció el mariscal Tito y Suárez se desplazó a Belgrado a las exequias. Fue ocasión dereencontrarse con Margaret Thatcher, Walter Mondale y Kurt Waldheim. Entre tanto, a Fernando

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