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LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

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legalidad y legitimidad.»El extraño poder de ETA sobre el PNVFinales de marzo, pasadas las once de la noche, suena el teléfono en el piso familiar de MarcelinoOreja, en la calle de Núñez de Balboa. No es el teléfono oficial del Ministerio de Exteriores, ni eldirecto de Presidencia, sino el viejo rrrinnnggg-rrrinnnggg del fijo de casa.—¿Marcelino? Soy Juanmari Bandrés, perdona la hora, pero...—¿Qué ocurre? —Marcelino sobresaltado, porque una llamada de Bandrés a esa hora sólo podíaser para dar una mala noticia.—Vengo de las cárceles —Bandrés era abogado de los presos de ETA, y su misión era visitarlospor las prisiones de media España donde los tenían dispersos—, y traigo la impresión, mejor dicho,la información de que si no decidís excarcelar cuanto antes, ya, a los de ETA que aún quedan presos,los del Partido Nacionalista Vasco no participarán en las elecciones generales. Ni para el Congresoni para el Senado. No irán. Cerrados en banda. Sé que este tema es de Gobernación, o de Justicia, odel presidente, y si te lo digo a ti es porque somos amigos y somos vascos.—Pero ¿cómo que el PNV no irá a las elecciones...? Eso partiría por medio todo el plan deconstituir unas Cortes constituyentes y hacer una democracia para todos. Sería un hachazo...—Ya lo sé. Es muy grave. Los de ETA han presionado sobre los burukides [177] del PNV, y éstosestán por plantarse y no ir al juego. Yo te aviso.—Juanmari, ¿estás en Madrid?, ¿en tu teléfono de siempre? Pues aguarda unos minutos, a ver que...Es muy tarde, pero es muy urgente. Marcelino Oreja telefonea inmediatamente a Adolfo Suárez. Ledice lo que hay.—Venid, venid los dos para acá.En secreto, el Gobierno de Suárez había iniciado conversaciones con ETA en noviembre de 1976,las interrumpió al mes siguiente, en diciembre, por el asesinato de Araluce Villar y sus escoltas, y elsecuestro y asesinato de Ybarra. Se acababa de conceder una amnistía parcial el 14 de marzo.Estaban justamente en el tema de las excarcelaciones, para que los comicios generales del 15 dejunio transcurriesen en un clima de paz; pero aún quedaban veintisiete etarras en la cárcel, nobeneficiados por la amnistía. Y vuelta a las hostilidades.Suárez los recibió vestido de andar por casa, con un cárdigan gris claro y sin corbata. Eran más delas doce.—Presidente, yo no vengo mandado ni por unos ni por otros para negociar —dijo Bandrés nadamás sentarse—. Lo único que quiero es, honradamente, informaros de lo que sé; y advertiros de que,si estos veintisiete de ETA no salen de la cárcel, os lo van a poner muy crudo. La normalización noserá tan fácil como habíamos pensado... y deseado. Primero, porque desde la cárcel dirigiránacciones violentas para que sus comandos las ejecuten en el exterior. Y segundo, porque losnacionalistas vascos ni irán ni aceptarán las elecciones del 15 de junio... ¡Se iría todo al carajo!El panorama se entenebrecía con ese nuevo obstáculo no previsto.Al día siguiente, muy temprano, Suárez citó a Landelino Lavilla y le encargó que estudiase «laforma legal de poner a estos tíos en la calle, alguna modalidad de excarcelación, sin amnistías niindultos... y además a toda mecha».Lavilla ofreció una fórmula: el extrañamiento. «Si ellos, por escrito y firmado, admiten que se lessaque de España, se les puede poner en la calle... pero fuera de nuestras fronteras, en otro país que

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