13.07.2015 Views

LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

LA-GRAN-DESMEMORIA-PILAR-URBANO

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Otra propuesta que Sabino apuntó al Rey, y el Rey a Suárez, fue la de poder convocar al pueblo enreferéndum y consultarle directamente sobre temas trascendentales para la nación, que surgieran deforma imprevisible, o se plantearan al margen de las promesas electorales o los acuerdos de lospartidos políticos. Incluso, sobre medidas del Gobierno que dividieran la opinión popular y pudierancrispar la convivencia ciudadana.—A mí me parece —razonaba el Rey— que, ante temas importantes que llegaran a enfrentar a losespañoles, alguien imparcial y situado por encima del Gobierno y de los partidos tendría que poderpulsar la opinión nacional en referéndum. Y no hay más alguien que el Rey.—Pero ¿en que rarísima hipótesis está pensando, señor? —le preguntaba Suárez.—Por ejemplo, la participación del país en una guerra, decidida unilateralmente por el Gobierno, yno por las Cortes, basándose en equis razones. O una ley económica, o laboral, o moral, que se leimponga al ciudadano, contra sus intereses o contra sus creencias, y que no estuviera prevista en elprograma electoral que el pueblo votó.A Suárez no le gustó que el Rey pudiera actuar como «tercera vía» o como «instancia deapelación» entre los ciudadanos y su Gobierno. Descartó la propuesta.En otro momento, Suárez y uno de los ponentes de la UCD trataban con el Rey el texto que iría alborrador sobre la libertad del monarca para nombrar y separar a los miembros de su Casa yadministrar el presupuesto que cada año se le adjudicase. Le comentaron que Fraga «quería amarrardemasiado: hasta el sueldo del Rey y los ascensos, destinos militares y pagas del Príncipe deAsturias cuando ya fuera mayor de edad».El Rey sugirió que le gustaría tener la facultad de dirigirse a los españoles mediante mensajesespeciales, en circunstancias serias y excepcionales, al margen de los discursos de Navidad y PascuaMilitar. No obtuvo respuesta en el momento. Y no quiso volver sobre ello.Supo que algunos monárquicos eran partidarios de crear un «consejo asesor de la Corona» paraorientar al Rey cuando él lo estimase necesario. Ese consejo le facilitaría un bagaje jurisprudencial,eliminando a los consultores ocasionales y los oportunistas. Ahí coincidieron el Rey y los «sietesabios de Grecia»: podía convertirse en una camarilla de influyentes, un «gobierno en la sombra».—Y además —oponía el Rey—, ¿los elijo yo, o me los dan ya elegidos? Y si sus consejos no megustan, ¿cómo me los sacudo de encima?Se desestimó la idea. El Rey era alérgico a tener un staff burocrático demasiado amplio,cortesanos ociosos pululando por su Casa, corsés pretorianos que estuvieran todo el tiempomarcándole horarios para reuniones formales. Prefería reunirse de cuando en cuando con sus amigoscazadores, regatistas, esquiadores, navegantes; con los compañeros militares de sus promociones deZaragoza, San Javier y Marín, los del «curso probeta» de sus estudios en la universidad; con susamigotes de farras... Pocos años después se formó el grupo de «los amigos secretos del Rey», singente del Gobierno ni grandes de España; simplemente amigos. Eran doce y se reunían a cenar cadames en casa de uno, iban rotando. Sólo un político, Pío Cabanillas Gayas. Otros miembros del grupoeran Manuel de la Concha, Antonio Garrigues Walker, Juan Antonio Ruiz de Alda, Mariano Rubio,Plácido Arango, Paddy Gómez-Acebo, José María Entrecanales y Miguel Primo de Rivera.El Rey: «Aquí me han desplumao, pero... ¡me han legalizao!»Aunque antes de aprobarse la Constitución el Rey tenía todos los poderes heredados de Franco,sólo mostró firme interés, por tratarse de algo propio de su condición de Rey, en los artículos

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!