Ley de Defensa Nacional - Ministerio de Defensa
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29 y 30 <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> 1987<br />
me siento muy honrado <strong>de</strong> pertenecer a esta Honorable Cámara y contar entre mis colegas a los<br />
señores diputados Zubiri, Alen<strong>de</strong> y Toma. También me reconforta haber escuchado una exposición<br />
como la que pronunciara la señora diputada Monjardín <strong>de</strong> Masci, pues, a pesar <strong>de</strong> que<br />
no comparto sus i<strong>de</strong>as, ella reveló en sus pala bras la estirpe <strong>de</strong> aquel gran hombre público que<br />
presidiera esta Cámara y <strong>de</strong>jara para la posteridad el recuerdo <strong>de</strong> la amplitud con que permitió la<br />
expresión <strong>de</strong> las minorías en los <strong>de</strong>bates parlamentarios.<br />
También —por qué no <strong>de</strong>cirlo— me siento muy a gusto en la compañía <strong>de</strong>l señor diputado<br />
por Tucumán, porque no tengo dudas <strong>de</strong> que cuando repase los conceptos que vertiera en su<br />
encendida improvisación habrá <strong>de</strong> morigerar espontáneamente algunas palabras relativas a la<br />
señora diputada Alsogaray, que hieren sensiblemente los principios <strong>de</strong> respeto mutuo que nos<br />
<strong>de</strong>bemos quienes integramos este cuerpo, no tanto quizá como una cuestión <strong>de</strong> respeto personal<br />
sino en consi<strong>de</strong>ración al pueblo que representamos. No voy a asumir la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la señora<br />
diputada porque el presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la Cámara, celoso <strong>de</strong>l reglamento, podría indicarme que estoy<br />
apartado <strong>de</strong> la cuestión y porque a<strong>de</strong>más creo que la señora diputada se <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> muy bien sola.<br />
Pero quizá fue su ausencia <strong>de</strong>l recinto la que permitió el ataque <strong>de</strong>scomedido <strong>de</strong>l que fue objeto.<br />
De todas maneras, agra<strong>de</strong>zco al señor diputado por Tucumán haber explicado que su ausencia<br />
<strong>de</strong>l recinto se <strong>de</strong>bió quizá a que estaba atareado siguiendo las activida<strong>de</strong>s privadas <strong>de</strong> la señora diputada<br />
Alsogaray, como las comidas a las que ésta asiste y las mesas que comparte. Ello me parece<br />
muy útil <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> los diputados que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace largas horas estamos encerrados<br />
en este recinto, sometidos a los vaivenes singulares <strong>de</strong> esta sesión.<br />
El proyecto que <strong>de</strong>batimos no tiene la trascen<strong>de</strong>ncia ni la significación que se le han atribuido.<br />
Despojado <strong>de</strong> toda singularidad y <strong>de</strong>sprovisto <strong>de</strong> toda originalidad, ese proyecto se inscribe en<br />
la misma tónica y sigue el mismo sen<strong>de</strong>ro que las normas antecesoras en la materia, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace<br />
casi medio siglo; inclusive, estudiando su texto encontramos también vestigios <strong>de</strong> aquellas otras.<br />
Me pregunto cuál es esa causa esencial, ese motivo fundamental que impulsa a los señores<br />
diputados a otorgar al proyecto un significado <strong>de</strong> tanta trascen<strong>de</strong>ncia y que hasta los lleva a<br />
presentarlo como un vehículo <strong>de</strong> libertad y una consagración <strong>de</strong> los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> los pueblos.<br />
Quisiera saber dón<strong>de</strong> encontrar en el texto <strong>de</strong>l proyecto el principio, la novedad, el <strong>de</strong>recho consagrado<br />
que podrían llevar a creer —aunque el pueblo mismo no se ha interesado <strong>de</strong>masiado en<br />
este <strong>de</strong>bate— que estamos transitando por un nuevo sen<strong>de</strong>ro e inaugurando una nueva vida en<br />
materia <strong>de</strong>l sistema <strong>de</strong>fensivo <strong>de</strong> la Nación.<br />
Ayer escuchaba al señor diputado por Buenos Aires, doctor Oscar Alen<strong>de</strong>, y recordaba al<br />
oírlo que en este mismo recinto hace más <strong>de</strong> treinta años él pidió reiteradamente la <strong>de</strong>rogación<br />
<strong>de</strong>l estado <strong>de</strong> guerra interno. ¿Qué era esto <strong>de</strong>l estado <strong>de</strong> guerra interno? Tuvo su origen en un<br />
<strong>de</strong>creto <strong>de</strong>l Po<strong>de</strong>r Ejecutivo <strong>Nacional</strong>, convalidado por el Congreso en 1951, que simplemente<br />
<strong>de</strong>cía que todo militar que se sublevara, todo oficial que se alzara contra las autorida<strong>de</strong>s constituidas<br />
podía ser fusilado inmediatamente. Ese <strong>de</strong>creto no hablaba <strong>de</strong> juicio, ni <strong>de</strong>l <strong>de</strong>bido proceso,<br />
ni <strong>de</strong> <strong>de</strong>rechos; hablaba <strong>de</strong> fusilar inmediatamente. El señor diputado Alen<strong>de</strong> reclamaba su<br />
<strong>de</strong>rogación, y dada la disyuntiva <strong>de</strong> hierro por él planteada al iniciar su discurso, no dudó <strong>de</strong> que<br />
al hacerlo estaba en contra <strong>de</strong> la dictadura y a favor <strong>de</strong>l pueblo.<br />
Pocos años más tar<strong>de</strong> Alfredo L. Palacios —recordado por el señor diputado por Santa Fe<br />
en el primer discurso <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> hoy— protestó y reclamó la <strong>de</strong>rogación <strong>de</strong>l llamado Plan<br />
Conintes. El senador interpelaba a la sazón al señor ministro <strong>de</strong>l Interior y se preguntaba cuál era<br />
el origen <strong>de</strong> ese plan respecto <strong>de</strong> las situaciones <strong>de</strong> conmoción interior que se cernían sobre la<br />
República. Dijo que el origen era la ley <strong>de</strong> organización <strong>de</strong> la Nación para tiempos <strong>de</strong> guerra, número<br />
13.234, sancionada por el gobierno peronista en el año 1948, y que tenía los mismos principios<br />
que el estado <strong>de</strong> guerra interno, que fue <strong>de</strong>rogado —según propias palabras <strong>de</strong>l senador<br />
Palacios— por aquel magnífico militar que fue el general Eduardo Lonardi, quien lo consi<strong>de</strong>raba<br />
contrario a la Constitución.