Ley de Defensa Nacional - Ministerio de Defensa

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8 de abril de 1988
técnicos de Europa, porque aquí no había para que pudiesen prospectar el territorio nacional
porque las carreras de geología y de ingeniería de minas, por ejemplo, estaban prácticamente en
sus comienzos; aún quedan muchos técnicos extranjeros que formaron sus hogares y se afincaron
en la Argentina.
Quizá esa fue una de las tareas más importantes que realizó el gobierno, que trajo como consecuencia
saber que tenemos una industria extractiva para poder montar realmente la industrialización
del país, no sólo para hacer buenos trajes sino para la industria pesada, que nos permita
tener entre nuestras manos la herramienta liberadora para no depender de nadie. En la amplitud
de nuestra geografía tenemos todas las formaciones geológicas y todos los materiales que necesitamos
para hacer esa efectiva industrialización en mayor o en menor volumen.
Tampoco pretendo encerrarme dentro de los límites geográficos. Quiero complementarme
con las otras naciones americanas, con los hermanos que padecen exactamente lo mismo que
nosotros, como aquellos que tampoco tienen una explicación para la monstruosa deuda externa
que ha hipotecado nuestro futuro, por la usura y los cipayos que actúan desde adentro.
Sueño con que alguna vez sea realidad la canalización del Orinoco y del Amazonas, para que
se puedan enlazar con el Paraná y así desde el Caribe hasta el Río de la Plata podamos transportar
nuestros hombres y las riquezas que podamos intercambiar.
No quiero sólo comprar el gas boliviano como un acto de confraternidad hacia esa nación
sino que quiero complementarme con ellos para el desarrollo siderúrgico, a través de El Mutún;
quiero complementarme con los chilenos para tener el cobre que América necesita y con los
peruanos y los ecuatorianos, etcétera, para que no nos falte absolutamente nada, ya que tenemos
grandes reservas de hidrocarburos y gasíferas y todo tipo de material que permiten el desarrollo
de una gran nación.
Vuelvo entonces al principio. Tenemos que terminar con la mentira; tenemos que hablar
de una buena vez y discutir sin entrar en sectarismos. En alguna oportunidad expresé aquí que
tenemos que levantar las barricadas de los cementerios para hablar sinceramente entre nosotros,
para no dividirnos entre peronistas, radicales o socialistas sino para que en esa tarea podamos
estar todos juntos.
De esa manera, con el objetivo claro, podremos comenzar a marchar y allí determinar, como
lo estamos haciendo, el rol que le caben a las Fuerzas Armadas; como fuerza de disuasión y defensa
porque nadie podrá imputarnos a través de nuestra historia que tuvimos actitudes agresoras,
o porque siempre tenemos que estar esperando el golpe artero de intereses ideológicos o
fundamentalmente económicos, que son los que generan las ideologías.
Nosotros sabemos que hemos sido agredidos ideológica y económicamente a través de los
tiempos y es así como se crean situaciones de conmoción interna que pueden prosperar, porque
las condiciones socioeconómicas lo permiten frente a la injusticia social. ¿Cómo no van a prosperar
ciertas ideas, por más descabelladas que sean, cuando son planteadas a un hombre con
hambre que ve que no puede sostener a sus hijos y que a veces o casi siempre busca la salida en
el alcohol?
¿Quién paga al final toda su irritación? Su mujer y sus hijos cuando vuelve borracho a su casa.
Pensemos, ¿qué ocurrirá si en lugar de eso dotamos a la comunidad toda de medios concretos,
de habitación en donde pueda proteger a la familia, en donde se pueden concebir dignamente a
los hijos y donde haya seguridad para el futuro; cuando, rompiendo los lazos de los monopolios
de la farmacopea, podamos brindar la medicina que necesita la salud de la población; cuando
podamos, por fin, señor presidente, realizar concretamente —no haciendo tan trabajosamente,
como se viene haciendo— la educación en todos los niveles, para todos los argentinos, porque
entonces con la cultura habrán desaparecido los esclavos, ya que un hombre ilustrado, culto no
puede ser manejado por otro hombre.
Tenemos, señor presidente, que entregar la tierra al labriego para que sea propietario y se realice.