Ley de Defensa Nacional - Ministerio de Defensa

32a. reunión - continuación 10a. sesión extraordinaria
Es evidente también —supongo— que en caso de conmoción interior, si la situación así lo
urge, no podría prescindirse de la actuación de las Fuerzas Armadas.
La defensa de la sociedad y del orden constitucional deben ejercerse con todos los recursos
con los que cuenta el Estado, siendo el presidente de la República, en ejercicio de sus atribuciones
constitucionales y sin limitaciones legales como las que aquí se quieren imponer, el encargado
de dirigir las operaciones y de apelar al concurso de la o las fuerzas que estime necesarias y convenientes.
Son las circunstancias de hecho, imposibles de prever exactamente a priori en una ley,
las que aconsejarían en cada caso la conducta a seguir.
Sobre este asunto de la división que se quiere hacer entre la defensa para el exterior y la seguridad
interior, mantiene actualidad la crítica que en este mismo recinto realizara el entonces
senador Leconte respecto de una cuestión a la que también hizo referencia ayer el miembro informante
de la comisión, senador Berhongaray. Así, se mencionaba que el modelo inspirador del
proyecto entonces considerado en la definición de la Defensa Nacional era el artículo 2º de la ley
de defensa de España.
A continuación leo lo que esta ley expresa textualmente: “La Defensa Nacional es la disposición,
integración y acción coordinada de todas las energías y fuerzas morales y materiales de la
Nación ante cualquier forma de agresión”.
Y bien, señor presidente, aunque con ciertas correcciones en su fraseología, el artículo 2º del
proyecto que consideramos seguramente mantiene igual filiación.
El proyecto en examen limita el concepto de Defensa Nacional al enfrentamiento de las agresiones
de origen externo. No obstante ocurre que el propio proyecto, después de afirmar una
tajante separación mediante el artículo 4º, se encarga de sentar algunas reglas específicas sobre
temas de orden interno a cuyo efecto utiliza un cuadro anexo que contempla la hipótesis de la
existencia de ciertas situaciones internas, admitiendo así la actuación de las Fuerzas Armadas en
unos casos, mientras la prohíbe en otros; esto, no obstante ser también aquéllos internos.
¿Cuál es el criterio que rige para esta diferenciación? Me pregunto: ¿por qué el proyecto, que
afirma no referirse a cuestiones internas, dice que las Fuerzas Armadas pueden intervenir en
casos de desastres y de otras calamidades naturales, todas ellas internas, así como en otros casos
de seguridad interior como es el de la agresión militar y no pueden actuar esas fuerzas en otros
supuestos internos?
Me pregunto cuál es el criterio para que una agresión armada, por ser militar, merezca a
priori un tratamiento diferente para el que se estipula frente a otra agresión armada, no militar,
pero que puede ser por su magnitud y fuerza tanto o más nociva y peligrosa para el orden constitucional
que aquélla.
En estos casos, que sabemos pueden ser impulsados con tecnología y recursos foráneos sofisticados
y efectivos, es indudable que puede requerirse bastante más que los medios que se
emplean en los procedimientos usuales de la seguridad policial.
Los ejemplos que acaban de citarse, de un país tan cercano a nuestro sentimiento como es
la fraterna República del Perú y también la hermana República de Colombia, nos muestran que
incluso las Fuerzas Armadas resultan a veces superadas en su intento de defender el orden constitucional,
aunque la insurgencia no provenga de fuerzas que puedan rotularse como militares.
Y esto nos muestra también, señor presidente, que en estos casos, y yo diría que en todos
los casos, debemos tener la vivencia de que los modelos extranjeros deben ser tomados, pero no
como de aplicación automática ni con la fuerza de la convicción de su autoridad irrefutable, porque
todos los países son distintos e incluso dentro de un mismo país las circunstancias pueden
variar con el tiempo.
Es muy interesante y los abogados solemos citar jurisprudencia —y muchas veces seguramente
la habremos de citar en este recinto hablando de modelos extranjeros— pero como focos
orientadores, no de aplicación automática porque lo que es bueno en un país puede no serlo en
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1987-1988