Ley de Defensa Nacional - Ministerio de Defensa

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8 de abril de 1988
inciso 17 de nuestra Carta Magna que “…el presidente de la Nación dispone de las fuerzas militares
marítimas y terrestres, y corre con su organización y distribución según las necesidades de la
Nación”. Repito: según las necesidades de la Nación. Vale decir, la Constitución —y los hombres
que la redactaron algo sabían de conflictos internos y externos—, ¿no? Entra a discriminar entre
agresiones de carácter exterior o de carácter interior: deja en amplia libertad de acción al poder
político para decidir el uso de la fuerza de acuerdo con lo que necesite la Nación. La Constitución
no ata al poder político ni lo somete a la obligación de sentarse a discutir académicamente si
quienes están poniendo en peligro la integridad de la Nación provienen de afuera o de adentro
de sus fronteras.
Esa sabiduría centenaria de la Constitución Nacional no puede ser limitada o desconocida
por una ley que sancione este Congreso, cuyos integrantes han jurado defender el estado de derecho.
Por eso, considero que el proyecto de ley de defensa que estamos analizando contraviene
en su letra y en su espíritu el mandato constitucional.
Por otra parte, esa ha sido la posición invariable del Partido Bloquista cada vez que en estos
últimos años se ha abordado el tratamiento de este proyecto que hoy nos ocupa. En efecto ya
fuese en la Honorable Cámara de Diputados o en la Mesa del Consenso Democrático, los representantes
del bloquismo se opusieron a esa discriminación absurda que establece el artículo 2º y
que como he dicho, orienta todo el articulado del proyecto de ley.
También lo entendió así el entonces senador por San Juan y actual gobernador de mi provincia,
doctor Carlos Gómez Centurión, acompañado por el senador nacional don Francisco Gil, cuando
en la sesión de este honorable cuerpo celebrada el 23 de octubre de 1986, pidió la modificación del
referido artículo 2º para que la futura ley de defensa contemplase la acción de agresión, anunciando
su voto negativo en caso de insistirse en la redacción propuesta por el dictamen en mayoría.
—Ocupa la Presidencia el señor presidente de la comisión
de Interior y Justicia, senador Luis Rubeo.
Sr. Bravo.—Dijeron en esa oportunidad los señores senadores por San Juan —citando los
casos de Perú y Colombia, donde las Fuerzas Armadas combaten activamente a la guerrilla que
pretende derrocar a los gobiernos constitucionales— que, de aprobarse el proyecto sin modificaciones,
se estaría afectando la seguridad de la Nación frente a un eventual rebrote guerrillero.
Por todo ello, desprovisto de todo ideologismo malsano y con la intención de no legar problemas
a las generaciones que habrán de sucedernos, creyendo interpretar fielmente la Constitución
y a la luz de mi experiencia de más de cincuenta años de vida política activa, no he de dar voto
favorable al proyecto de ley de defensa en tanto no se modifique el artículo 2º que orienta todo
el texto, al impedirle al poder político usar libremente y las necesidades de la Nación el poder de
fuego de las Fuerzas Armadas.
En consecuencia, la bancada bloquista propone que al final del primer párrafo del artículo
2º y después de las palabras —para enfrentar— se agregue: —cualquier clase de agresión—,
quedando entonces redactada la parte final de ese párrafo de la siguiente forma: “para enfrentar
cualquier clase de agresión”.
Podría entrar en otras consideraciones —he tomado nota del meduloso informe del miembro
informante, senador Berhongaray—, pero como dije al principio he tratado de hacer un
resumen muy concreto para fijar la posición de los dos integrantes del bloque de mi partido.
Sr. Presidente (Rubeo).—Tiene la palabra el señor senador por el Chubut.
Sr. Solari Yrigoyen.—Señor presidente, señores senadores: después de cuatro años de constitucionalidad,
vamos a agotar hoy el debate que conducirá a la aprobación de la ley de Defensa
Nacional.