Ley de Defensa Nacional - Ministerio de Defensa

32a. reunión - continuación 10a. sesión extraordinaria
específicamente la Constitución lo determine. Conforme al inciso 15 del artículo 86, el presidente
es el comandante en jefe de todas las Fuerzas Armadas, y lo es siempre —haya paz o guerra,
disturbios o invasiones—, es decir, en circunstancias internas o externas a la vez.
De acuerdo con el artículo 86, inciso 16, de nuestra Carta Magna el presidente provee los
empleos militares de la Nación. Lo hace con acuerdo del Senado en la concesión de los empleos
o grados de oficiales superiores del Ejército y la Armada; y por sí solo en el campo de batalla.
Y conocemos muy bien que este campo de batalla puede originarse en una circunstancia externa
y también interna. Con inteligencia, porque también lo sabían los constituyentes, no se
hizo entonces diferenciación alguna entre las mismas en cuanto a esta atribución presidencial.
La Constitución también señala en el inciso 17 del citado artículo 86 que el presidente de la
República dispone de las fuerzas militares, marítimas y terrestres, y corre con su organización y
distribución de acuerdo con las necesidades de la Nación. Vuelvo a recalcar que estas necesidades,
por supuesto, pueden ser internas o externas.
Comprendo que todas estas cosas puedan pasar desapercibidas porque muchas veces ocurre
que no vemos lo que está más cerca, lo más saliente, pero me parece que la experiencia recogida
en lo que va de este año liquida esos enfoques parciales. ¿Cuál es esa experiencia? A raíz de lo
ocurrido en el mes de enero resulta claro y evidente que el presidente ejerció facultades militares
a través del Ministerio de Defensa y de los Estados Mayores.
Cuando las fuerzas terrestres avanzaron sobre la zona de Bella Vista, se trataba de una cuestión
simplemente interna pero se prefirió que fuera resuelta directamente por las Fuerzas Armadas.
Creo que dicha solución, e incluso la adoptada ante los acontecimientos sobrevinientes, muestra
que también las Fuerzas Armadas deben actuar a veces en problemas internos. Y naturalmente no
podía esperarse que el Congreso dictara una ley de seguridad como la que promete en el artículo 4º.
Esto muestra que facultades militares del presidente fueron ejercidas, por cierto que con legitimidad
constitucional, aunque no hubiere habido ataque exterior.
Todo esto, de haberse aprobado el proyecto que consideramos, podría haber aparecido en
contradicción con la letra y el espíritu del mismo, según surge del cuadro anexo al articulado.
Pero dejemos que el tiempo avance un poco más. Hace unos días volvieron a padecerse los
atentados con bombas —los seguimos padeciendo todavía— que cobraron su cuota de daño a
seres y cosas. Y si el problema arrecia, si el terrorismo de cualquier signo amenaza, entonces, sin
duda se va a apelar a los militares. Esto no por ocurrencia mía; ya lo dijo el señor presidente de
la República en su discurso del lunes próximo pasado, donde no puso límite al peso de la fuerza
que opondría a estos ataques.
Expresó que se usará de toda la fuerza contra el golpismo. Se refería, sin duda, a ataques que
evidentemente vienen de adentro.
Así que el presidente no solamente no puede declinar la facultad de utilizar las Fuerzas
Armadas para temas internos, sino que las utilizó y afirma que las seguirá utilizando en la medida
de lo necesario, lo que es correcto y lógico, conforme a lo dispuesto por la Constitución
Nacional.
Me adelanto a lo que podría objetarse respecto a lo expuesto precedentemente. Puede decirse,
en efecto, que conforme al artículo 13 del proyecto y el cuadro aclaratorio anexo no le está
prohibido a las Fuerzas Armadas actuar para reprimir una agresión militar, estando vedada su
actuación sólo en los casos de conflicto social localizado o generalizado, o de agresión interna.
De entrada puede verse que la ley aparenta no referirse a cuestiones internas, pero en su cuadro
implanta prohibiciones precisamente sobre ellas. Pero también en situaciones nacionales, o
sea internas, permite actuar en caso de agresión militar o de desastre, según ya lo vimos.
Yo me pregunto, señor presidente, ¿en qué casillero del cuadro anexo encuadramos lo
que ocurrió en enero? ¿Puede afirmarse que fue una agresión militar, que justificara por ello
la utilización de las fuerzas militares que avanzaron sobre Bella Vista? Me pregunto sobre el
329
1987-1988