Ley de Defensa Nacional - Ministerio de Defensa

32a. reunión - continuación 10a. sesión extraordinaria
procelosa pero es evidente que la legislación argentina, uniformemente partiendo de la Constitución
Nacional, establece la intervención de las Fuerzas Armadas en cuestiones internas.
Por ejemplo, se encuentra vigente todavía, increíblemente, una antigua ley que data de 1891,
la que establece en sus artículos 19, 20 y 21 el uso de los ferrocarriles en caso de situaciones especiales.
Así, el Poder Ejecutivo o las autoridades que él determine tienen derecho preferente para
transportar a las fuerzas militares y a los materiales de guerra suficientes y para exigir el despacho
extraordinario y, en caso de conmoción interior o invasión extranjera, el Poder Ejecutivo podrá
disponer por su cuenta el uso de los ferrocarriles.
Ésta, simplemente, es una cuestión nunca discutida; se trata del uso de los ferrocarriles,
como ocurre en todos los países del mundo cuando hay guerra o una conmoción determinada.
Sucedió, por ejemplo, cuando cayó un avión japonés en el Japón e intervinieron las
Fuerzas Armadas. Porque, en realidad, no sólo debe tratarse de guerrilla para que intervengan
las Fuerzas Armadas.
Tengamos en cuenta que la valoración o fijar la pauta sobre esta cuestión es, simplemente,
caer en un tembladeral, ya que nunca se podrá tener idea de los diferentes hechos que plantea la
realidad y de lo que ocurrirá en el futuro.
Se trata de una cuestión de apreciación, de sentido común, que haga mover al poder político
para ordenar a las Fuerzas Armadas que intervengan en determinado momento en una circunstancia
en que su organización, su logística, lo haga necesario.
Y tenemos un decreto de nuestro gobierno que curiosamente sigue rigiendo, y con toda seguridad
ustedes lo van a incluir en la cláusula para que se derogue; en realidad, se trata de una
colaboración de mi parte para que se pueda tomar nota de ello.
El decreto 15.385 de 1944, ratificado por la ley 12.913 se refiere a las zonas de seguridad de
frontera, y también del interior. En cuanto a éstas últimas, se trata de ciertos lugares que deben
ser protegidos en el orden militar o sitios donde se fabrican armamentos o se realiza investigación.
La custodia corresponde a Gendarmería Nacional o a Prefectura Naval Argentina.
Por otra parte, estas dos fuerzas de seguridad, que dependen del Ministerio de Defensa
Nacional, cumplen misiones de policía de frontera como, por ejemplo, ocuparse de la entrada
ilegal de gente a la frontera, del contrabando —específicamente el de drogas—, etcétera.
Es extensa la lista de hechos en que deben intervenir en carácter de servicio de policía estas
fuerzas que honran verdaderamente su uniforme.
Hay un artículo que dice que en caso necesario, el servicio de policía a cargo de la Gendarmería
Nacional y de la Prefectura Naval Argentina deberá ser reforzado con personal o elementos del
Ministerio de Guerra o Marina y por contingentes de la Policía Federal.
Teniendo en cuenta lo que ocurre en la práctica; no se puede entender que por un inciso o
disposición teórica, cuando están entrando maleantes armados, con mejores armamentos que los
de la Gendarmería, y están cometiendo crímenes, y hay allí un cuerpo del Ejército o de Prefectura
Naval, evitemos que actúen, porque sería un crimen verdadero, y que incluso lo hagan por una
ley que los ampare, porque, de lo contrario, todavía serían sujetos de un proceso.
Quiero que todo esto, que es tan grave, porque la Defensa Nacional incluye la situación de
guerra, que es terrible, sea reglamentado dentro de lo posible, con toda honradez y total espíritu
de realismo. Deseo también que el cuidado de nuestras fronteras, que es donde comienza nuestra
soberanía y que está a cargo de la Gendarmería Nacional y de la Prefectura Naval Argentina,
tenga establecida su cobertura de defensa y que un poder más fuerte en caso necesario los protegiera
en su sacrificada tarea. Que exista la ley para que ellos lo sepan y también aquellos que
delinquen y, a su vez, para que la población se encuentre protegida.
Después viene —no voy a decir nada sobre él sino que simplemente voy a mencionarlo en
honor a la paciencia que los señores senadores están teniendo al escucharme— el proyecto del
doctor Illia. Este proyecto, que fue presentado en mil novecientos sesenta y tantos —no recuerdo
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1987-1988