Ley de Defensa Nacional - Ministerio de Defensa

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8 de abril de 1988
Sr. Berhongaray.—Es simplemente para hacer una pequeña aclaración.
Escuchaba atentamente al señor senador cuando se refería al caso Johnson. Efectivamente,
el presidente de los Estados Unidos envió a la Guardia Nacional para solucionar problemas
internos.
Pretendí ser claro en la exposición que hice ayer. La Guardia Nacional no pertenece a las
Fuerzas Armadas: está constituida por milicias que dependen de cada uno de los Estados y están
pagadas por ellos. No integran las Fuerzas Armadas y tienen por función, precisamente, la de
actuar ante graves perturbaciones internas.
Sr. Sánchez.—Exactamente lo mismo ocurría en algunas provincias. Estaba puntualizado en
la Constitución que cada provincia debía tener su Guardia Nacional.
Sr. Berhongaray.—Sí.
En 1963 ocurrió otro caso similar, cuando Kennedy envió la Guardia Nacional a Misisipi por
desórdenes provocados por problemas que hubo entre blancos y negros.
Respetuosamente le hice esta aclaración al señor senador Bravo Herrera porque creo que el
ejemplo que él ha dado no es exactamente así o, por lo menos, contradice lo que habíamos dicho
ayer.
Sr. Bravo Herrera.—Le voy a contestar que verdaderamente eran fuerzas combatientes. Dice
acá que eran unidades de la 82a. división de paracaidistas, veteranas del desembarco aliado en
1944 en Normandía y de la Batalla de las Ardenas.
Sr. Berhongaray.—Johnson envió a la Guardia Nacional.
Sr. Bravo Herrera.—Lo que yo digo está en La Nación.
Sr. Berhongaray.—Debe estar equivocado, porque la información oficial es que fue la
Guardia Nacional la que actuó en el caso que usted citó del presidente Johnson.
Sr. Bravo Herrera.—Está en el diario La Nación. En caso de duda, por lo menos hasta que
se compruebe que esto es equivocado, los señores senadores, incluso los no justicialistas, deben
estar a favor mío en esta discusión.
—Ocupa la Presidencia el señor presidente provisional
del Honorable Senado, senador Edison Otero.
Sr. Berhongaray.—Respeto su argumento.
Simplemente le digo que un columnista de un diario puede incurrir también en errores.
Sr. Bravo Herrera.—Naturalmente.
Sr. Sánchez.—Muy a menudo.
Sr. Bravo Herrera.—Pero la publicación es muy clara, ya que dice que fueron enviadas unidades
de la 82a. división de paracaidistas, veterana del desembarco aliado en 1944 en Normandía
y de la Batalla de las Ardenas.
En cualquier momento, señor senador, continuamos la conversación sobre este punto, pero
me quedo en esta posición. Voy a hablar a alguien de la embajada norteamericana para preguntarle
acerca de la cuestión o consultaré en algún libro, ya que tengo mucha bibliografía al
respecto. Reitero que mantengo mi posición.
¿Tiene algo más que decir, señor senador?
Sr. Berhongaray.—No, señor senador. Le agradezco.
Sr. Bravo Herrera.—Al contrario.
Este es un país de una organización que no tiene nada que ver con lo que nosotros podamos
querer, con algún sueño de Fuerzas Armadas que queramos tener. Pero ésta es una cosa diferente.
Fíjense ustedes que este país tan poderoso, con una fuerza tan grande, con toda seguridad —sobre
esto no tengo ningún dato sino que simplemente me lo imagino— debe tener fuerzas policiales,
servicios de inteligencia, etcétera, muy grandes. Sin embargo, esas fuerzas policiales que