Ley de Defensa Nacional - Ministerio de Defensa
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8 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1988<br />
El señor senador lo señala como un aporte a la tesis que viene sosteniendo referida a la necesidad<br />
<strong>de</strong> la intervención <strong>de</strong> las Fuerzas Armadas en <strong>de</strong>terminados momentos <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong>l país.<br />
Sr. Bravo Herrera.—Así es.<br />
Sr. Solari Yrigoyen.—Pero si señalamos ese honor, también <strong>de</strong>bemos mencionar el <strong>de</strong>shonor<br />
vivido cuando en numerosas oportunida<strong>de</strong>s ese mismo regimiento, que ha tenido la obligación<br />
<strong>de</strong> custodiar y <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r a su presi<strong>de</strong>nte, lo ha entregado.<br />
Recuerdo perfectamente el golpe <strong>de</strong> Estado <strong>de</strong>l 28 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1966, cuando tuve la honra y<br />
el privilegio <strong>de</strong> acompañar durante toda la noche —hasta las siete <strong>de</strong> la mañana—, al presi<strong>de</strong>nte<br />
Illia, quien fue expulsado por la violencia <strong>de</strong> la Casa <strong>de</strong> Gobierno.<br />
¿Cómo el Regimiento <strong>de</strong> Grana<strong>de</strong>ros a Caballo, con la excepción <strong>de</strong> un solo joven oficial al<br />
que tengo bien presente, no fue fiel con el presi<strong>de</strong>nte Illia? No sólo no fue leal sino que estando<br />
aún en su <strong>de</strong>spacho el entonces presi<strong>de</strong>nte constitucional se puso a las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> las fuerzas golpistas.<br />
Inclusive, fueron quienes abrieron las puertas <strong>de</strong> la Casa <strong>de</strong> Gobierno para que entraran<br />
esos elementos subversivos y arrinconaran al presi<strong>de</strong>nte y a quienes lo acompañábamos en aquel<br />
momento en el <strong>de</strong>spacho presi<strong>de</strong>ncial.<br />
Voy a referir una anécdota que a mí, siendo joven en aquel entonces, me impactó como un<br />
caso inverosímil <strong>de</strong> infi<strong>de</strong>lidad <strong>de</strong> un jefe militar que tenía la obligación <strong>de</strong> ser leal con el presi<strong>de</strong>nte<br />
Illia.<br />
Estábamos, como le <strong>de</strong>cía, arrinconados en el <strong>de</strong>spacho presi<strong>de</strong>ncial, El presi<strong>de</strong>nte contó<br />
cuántos éramos los que lo ro<strong>de</strong>ábamos y llamó al or<strong>de</strong>nanza pidiéndole que trajera aproximadamente<br />
veinte cafés. El servidor era un español noble que había acompañado al presi<strong>de</strong>nte Illia<br />
durante los años <strong>de</strong> su gobierno ejemplar.<br />
En ese momento yo me encontraba en la puerta, en el límite entre la zona leal y constitucional,<br />
es <strong>de</strong>cir el <strong>de</strong>spacho y la antesala don<strong>de</strong> ya estaban los oficiales golpistas.<br />
En el momento vi que el or<strong>de</strong>nanza traía los cafés, un jefe militar colaborador estrecho hasta<br />
el momento <strong>de</strong>l presi<strong>de</strong>nte constitucional, le preguntó —y yo escuché ese diálogo—: “¿A dón<strong>de</strong><br />
va usted con esos cafés?”, a lo que el or<strong>de</strong>nanza respondió: “Los llevo a pedido <strong>de</strong>l señor presi<strong>de</strong>nte”.<br />
El jefe militar infiel replicó entonces: “No hay más café para el ex presi<strong>de</strong>nte”.<br />
Ese diálogo me quedó grabado a fuego no sólo como ejemplo <strong>de</strong> <strong>de</strong>slealtad sino porque todavía<br />
estaba el presi<strong>de</strong>nte legítimo en su <strong>de</strong>spacho y fue la primera vez que oí que se lo <strong>de</strong>sconociera<br />
como tal.<br />
En síntesis, señor senador, para no abusar <strong>de</strong> su gentileza, quiero <strong>de</strong>cir que si señalamos el<br />
honor que significa que el presi<strong>de</strong>nte esté custodiado por el Regimiento <strong>de</strong> Grana<strong>de</strong>ros a Caballo,<br />
<strong>de</strong>bemos precisar que ese honor se pone <strong>de</strong> manifiesto si el regimiento es leal. Pero cuando esos<br />
militares han contribuido a <strong>de</strong>rrocar, y a veces hasta a tomar prisionero o echar por la fuerza, a<br />
quien tenían la obligación <strong>de</strong> custodiar, el honor queda hecho trizas y se convierte precisamente<br />
en todo lo contrario.<br />
Sr. Bravo Herrera.—¿Terminó, señor senador?<br />
Sr. Solari Yrigoyen.—Sí, muchas gracias.<br />
Sr. Bravo Herrera.—Estoy completamente <strong>de</strong> acuerdo con lo que el señor senador acaba <strong>de</strong><br />
manifestar, aunque es un comentario un poco marginal respecto <strong>de</strong> lo que se estaba tratando. No<br />
obstante ello, lo acepto con agrado y participo completamente <strong>de</strong> ese razonamiento.<br />
Aunque quizá les sorprenda que sea tema <strong>de</strong> mis meditaciones y <strong>de</strong> conversación con muchos<br />
amigos el papel que a veces han llegado a cumplir los grana<strong>de</strong>ros, les digo que cuando ellos, que<br />
<strong>de</strong>ben ser el paradigma <strong>de</strong>l honor, incurren en ese quebrantamiento, hacen que recaiga sobre ese<br />
cuerpo un <strong>de</strong>shonor todavía peor.<br />
Ese episodio que el señor senador rememora pue<strong>de</strong> ser robustecido con otro. Me refiero al<br />
momento en que se saca al general Onganía. Justamente, quien mandaba ese movimiento es un<br />
general que luego lo suce<strong>de</strong> como presi<strong>de</strong>nte…