Ley de Defensa Nacional - Ministerio de Defensa

32a. reunión - continuación 10a. sesión extraordinaria
Pienso que hemos tenido hasta el momento un gran vacío que la democracia no podía darse
el lujo de seguir permitiendo. Lo mismo ha ocurrido también con otras leyes importantes, como
la sindical que aprobamos hace pocas semanas, pero en definitiva, muestra cómo el Parlamento
va cumpliendo con su misión trascendente y fundamental de ir sustituyendo la legislación autocrática
dictada en los períodos de facto por leyes apropiadas y adecuadas al sistema constitucional
en que vivimos.
Como en su momento dijo el presidente de la República, doctor Raúl Alfonsín, había que
dejar de lado las ideas relativas a la doctrina, la seguridad nacional que tanto daño han hecho a
nuestro país en los últimos años, y había también que otorgar a las Fuerzas Armadas una capacidad
disuasiva con un margen de seguridad adecuado para la defensa de nuestra República.
Un objetivo básico de nuestro gobierno ha sido la inserción de las Fuerzas Armadas en la sociedad
y dentro del sistema institucional reglamentado por la Constitución. No podría decir que esto
se ha logrado porque ni siquiera ha sido un objetivo del gobierno lograrlo a corto plazo. Pensamos
que es una tarea de largo aliento; no en vano desde 1930 se han sucedido diferentes capítulos de
una terrible distorsión de nuestra vida constitucional como para que ahora pretendamos lograr la
transformación casi mágica en un escaso lapso de una mentalidad autoritaria muy arraigada. Pero
lo importante es destacar que se ha avanzado, y se ha avanzado mucho en este terreno.
Si alguna prueba nos faltaba la tuvimos con la actuación de las Fuerzas Armadas del país
en los sucesos de Monte Caseros, donde aplastaron, conforme a las órdenes impartidas por el
presidente de la República como jefe máximo de las mismas, un intento sedicioso que terminó
para sus protagonistas, diría, si no fuera por el desprestigio que esto conlleva para el país, de una
manera grotesca. Tal conclusión sacamos al menos si se compara el contraste, entre las declaraciones
altisonantes de lo que prometían los jefes rebeldes y lo que en realidad hicieron, que fue
concluir rindiéndose sin pena ni gloria.
Sin duda, para la inserción definitiva de las Fuerzas Armadas en la vida del país, la educación
militar ha de jugar un papel de gran tras cendencia en el transcurso de los años. Para lograrlo
tiene una gran importancia la reforma de los planes de estudio de los colegios militares y también
el espíritu que anime a los profesores que dicten estas materias para que abandonen los viejos
conceptos autoritarios que durante años se inculcaron a los jóvenes aspirantes a oficiales.
El proyecto de ley de defensa que hoy estamos analizando es ajeno a estos objetivos que
estoy enunciando, pues esta forma tiene que dar la exacta ubicación de las Fuerzas Armadas
en la sociedad argentina, delimitando claramente sus funciones encuadrándolas en el sistema
constitucional.
No es del caso hacer ahora la historia de los golpes de Estado. Se han hecho alusiones aquí —
yo mismo, en algunas interrupciones, que tuvo la gentileza de concederme el señor senador por
Salta, del bloque justicialista, he formulado breves referencias—. Pero tampoco podemos pasar
absolutamente por alto la situación de los golpes de Estado que se han consumado en el país,
puesto que ellos han sido una causa de la distorsión que hemos vivido en materia de Defensa
Nacional. Estos golpes de Estado, y especialmente los últimos —el del ‘66, que derrocó al presidente
Illia y el del ‘76, que derrocó a la señora de Perón—, han tenido un insistente anhelo de
restauración conservadora de las ideas más retrógradas que puede haber no sólo en el país sino
en el mundo, tanto en el campo económico, adhiriendo a doctrinas económicas ultraliberales,
con historia secular, como también en el campo de la política, sosteniendo ideas totalitarias que
fracasaron en el mundo en forma catastrófica cuando la Segunda Guerra Mundial llegó a su fin.
Entonces, aunque no nos agrade volver al pasado, no se puede prescindir de tener en cuenta
para el análisis de la ley de defensa estas graves distorsiones que han provocado los golpes de
Estado en la materia.
Es en ese contexto del apartamiento del sistema constitucional en la Argentina que se llegó
al gobierno del general Onganía. Este gobierno hizo suyo el enfrentamiento Este-Oeste y adoptó
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1987-1988