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21.Aprenda optimismo Haga de la vida una experiencia gratificante

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Supuse que Robert Dell era un personaje inventado, alguien que representara para

el artículo de la revista un típico agente del grupo especial. Pero algunas semanas

después de la aparición del artículo, mi secretaria me anunció que tenía una llamada

de un tal Robert Dell. Descolgué el teléfono y pregunté: «¿Robert Dell? —Sin

esperar una respuesta, insistí—: ¿Robert Dell? ¿Quiere decir que realmente usted

existe?»

«Soy real —me respondió una voz de tono grave desde el otro lado de la línea—.

No me han inventado.»

Luego Dell me aseguró que cuanto aparecía publicado en la revista era verdad y

agregó algunos detalles al relato. Había pasado veintiséis años trabajando en un

matadero en la región oriental de Pensilvania, lo que equivalía a toda su vida adulta.

Era un trabajo agotador, pero por lo menos era algo y bastante mejor que el de otros

compañeros de la misma empresa. Después comenzó a disminuir la demanda. De

acuerdo con el sindicato tenía garantizadas unas horas de trabajo diarias, pero se le

dijo que era necesario que fuera transferido a otra sección, a la de los matarifes.

Aquél era un trabajo que le disgustaba. Al mismo tiempo, los negocios de la empresa

fueron de mal en peor, y un lunes por la mañana llegó a su trabajo sólo para

encontrarse con un pequeño cartel en la puerta principal. Decía sólo una palabra:

CERRADO

«Yo no quería vivir de la seguridad social por el resto de mi vida —siguió

diciéndome Dell—, de modo que a los trece días contesté a un anuncio que aparecía

en los diarios, una firma que pedía gente para vender seguros. Jamás había vendido

nada en mi vida e ignoraba si serviría para hacerlo, pero me presté para pasar la

prueba y el resto usted ya lo conoce. Met Life me contrató.»

Reconoció luego que el hecho de haberse quedado sin trabajo en el matadero fue

para él una bendición. Durante su primer año en el grupo especial había llegado a

ganar un 50 por 100 más que en su trabajo anterior, y en el segundo duplicó su

salario del matadero. Pero, además, le encantaba el trabajo que hacía, sobre todo por

la libertad que le dejaba para fijarse los propios límites.

«Pero el día de hoy se me presenta terrible —prosiguió—. Había conseguido una

póliza grande. Me llevó meses conseguirla; era la póliza más importante que iba a

hacer. Y ahora, hace un par de horas, me entero de que el departamento de

suscripciones de Met Life la ha rechazado. Por eso decidí llamarlo.»

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