23.04.2023 Views

21.Aprenda optimismo Haga de la vida una experiencia gratificante

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

desaparecer con demasiada frecuencia.

Después de algunos infructuosos intentos para poner en claro esos misterios,

decidimos admitir a Visintainer y no sin impaciencia estuve esperando su llegada, en

septiembre de 1976. No apareció. Nos llamó diciendo algo acerca de que estaba

obligada a permanecer un año más en Salt Lake City, algo acerca de estar dirigiendo

una donación para realizar estudios sobre el cáncer. Dirigir una de esas

subvenciones que se otorgan para estudios sobre el cáncer nos pareció muy extraño

para alguien que, según su propia declaración, era «apenas» una enfermera. Nos

pedía que, si fuera posible, le conserváramos su lugar hasta septiembre del siguiente

año.

Por mi parte, le pregunté si realmente quería venir a la Universidad de Pensilvania

para trabajar en un tema tan inusual. Le advertí que pocos psicólogos y casi ningún

médico creían que estados psicológicos tales como la desesperanza fuesen capaces

de provocar enfermedades físicas. Le dije que se exponía a internarse en un campo

minado —desde el punto de vista académico— y se arriesgaba a tropezar con un

obstáculo tras otro. Me respondió que no había nacido ayer, como vulgarmente se

dice, y que tenía plena conciencia de lo que estaba haciendo.

Llegó en septiembre de 1977, tan carente de explicaciones como su solicitud, y

también tan misteriosa. Eludió las conversaciones referentes a su pasado o con lo

que esperaba lograr en el futuro. Pero actuó maravillosamente. Demostró ser un

torbellino científico. Emprendió, como proyecto para su primer año con nosotros, la

pavorosa tarea de demostrar que la desesperanza puede ser causa de muerte.

Se sentía tremendamente interesada, entusiasmada, por los nuevos

descubrimientos de Ellen Langer y Judy Rodin, a la sazón jóvenes investigadoras de

Yale en temas de salud. Las dos habían estado trabajando con internos de un instituto

geriátrico, donde habían modificado los grados de control de los ancianos sobre las

cosas de su diario vivir. 2

Comenzaron por dividir aquel centro por pisos. En el primero se brindaba a los

internos la posibilidad de hacer ciertas elecciones que modificarían sus vidas, cierto

control sobre ellas. Un día, el director del geriátrico les dijo a los residentes:

«Quiero hacerles saber todo lo que podrán hacer de ahora en adelante en Shady

Grove. Tendrán para desayuno tortillas a la francesa o huevos revueltos, pero la

elección tendrán que hacerla antes de irse a dormir la noche anterior. Les pasarán

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!