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21.Aprenda optimismo Haga de la vida una experiencia gratificante

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Pero ¿cuál es entonces el papel del pesimismo? Es posible que corrija algo que

hacemos más o menos bien cuando nos sentimos optimistas y no estamos

deprimidos… en suma, tal vez sirviera para apreciar adecuadamente la realidad.

Era una idea desconcertante pensar que los deprimidos pueden ver correctamente

la realidad, en tanto que las personas no deprimidas la distorsionan para su propia

satisfacción. Como terapeuta, he sido formado para creer que mi función como

profesional consiste en ayudar a los pacientes deprimidos tanto a sentirse mejor

como a contemplar el mundo con los ojos de la realidad. Se suponía que yo debía ser

el agente de la felicidad y la verdad. Pero es posible que verdad y felicidad sean

cosas antagónicas. Quizá lo que hemos considerado una buena terapia para un

paciente deprimido no haya sido otra cosa que alimentar ilusiones, lo que haría que

el paciente termine pensando que el mundo es mejor de lo que en realidad es.

Está contrastado que las personas deprimidas, si bien son más tristes, también son

más juiciosas.

Hace diez años, recién graduados en la universidad de Pensilvania, Lauren Alloy

y Lyn Abramson hicieron un experimento que consistía en poner en manos de los

sujetos de un experimento diversos grados de control sobre el encendido de una luz.

Algunos estaban en condiciones de manejar la luz a su gusto: se encendía tan pronto

oprimían un botón y en ningún momento se apagaba si no volvían a oprimirlo. Pero

los otros no tenían ninguna clase de control: la luz se encendía o se apagaba sin que

ellos pudieran intervenir.

Se preguntó a los integrantes de ambos grupos para que expusieran, lo más

exactamente posible, qué grado de control tenían. Los deprimidos lo hicieron con

gran precisión, tanto los del grupo con poder de control como los otros. Los no

deprimidos nos causaron gran sorpresa. Definieron la cuestión con exactitud los del

grupo que había tenido control, pero los no deprimidos del grupo sin control no se

amilanaron: siguieron considerando que habían disfrutado de bastante control.

Después Alloy y Abramson, pensando que esa cuestión de luces y botones tal vez

no fuera demasiado importante para las personas, pensaron en agregar el incentivo

monetario a su experimento: cuando la luz se encendía el sujeto ganaba dinero, pero

cuando la luz no se encendía perdía dinero. Ni aun así desaparecieron las

distorsiones de los no deprimidos; incluso aumentaron. Bajo determinada condición

todos tenían algún tipo de control, pero la tarea se preparó de tal manera que los

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