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21.Aprenda optimismo Haga de la vida una experiencia gratificante

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The New York Times publicaba los discursos de fondo, es decir, discursos básicos

que los candidatos reiteran varias veces por día introduciéndoles ligeras variantes

según la población donde se presenten. Aplicamos nuestra técnica CAVE a los trece

y los analizamos para definir el pesrum. Hicimos nuestros pronósticos. La semana

anterior a la reunión para designar a los candidatos, en el mes de febrero, Harold —

preocupado ante la posibilidad de que nadie creyera que habíamos pronosticado el

futuro si llegábamos a acertar— insistió en que escribiéramos nuestras conclusiones,

las pusiéramos en sobres debidamente sellados y las enviáramos al New York Times

y al gerente del departamento de psicología de nuestra universidad. «Si hemos

conseguido hacer la predicción, quiero estar bien seguro de que nadie dirá luego que

acertamos por casualidad», decía Harold con tono algo quejoso.

Las predicciones fueron inequívocas. Entre los demócratas surgía un claro

ganador: el todavía oscuro gobernador de Massachusetts, Michael Dukakis. Sus

puntuaciones de pesrum probaban sin dejar lugar a dudas que estaba por encima del

resto. Y también un seguro perdedor: Gary Hart aparecía en lo más bajo de la escala,

tanto como para confundirlo con un paciente depresivo. Jesse Jackson obtuvo un

buen nivel de pesrum, lo suficiente para sugerir la existencia de una fuerte

personalidad más o menos escondida y una posibilidad de que sorprendiera a

muchos. Dukakis, desde luego, ganó aquellas primarias y Hart fue el menos votado,

tanto como para no lograr un solo delegado a la convención. La actuación de Jackson

sorprendió a todo el mundo y causó revuelo.

Entre los republicanos hubo también un claro ganador: George Bush, que, de lejos,

demostraba ser el más optimista, con baja puntuación en pesrum, incluso más baja

que la de Dukakis. Robert Dole figuraba muy por debajo, con una diferencia en la

puntuación de pesrum aún más amplia que la existente entre Dukakis y Hart. El futuro

de Dole, según nuestros cálculos, no era muy prometedor. Todavía más abajo

aparecía Robertson, y en el extremo inferior el general Haig, cuyo pesrum resultaba

el más pesimista de todos. Según lo que podíamos predecir, Robertson no iría a

ninguna parte y Haig todavía menos.

Bush, según ocurrió, superó a Dole más fácilmente de lo que cualquiera pudo

haber pensado. La candidatura de Robertson nunca ganó adeptos, para gran desazón

de la Mayoría Moral. El gran perdedor fue Haig, que ni siquiera tuvo un delegado

para la convención.

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