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21.Aprenda optimismo Haga de la vida una experiencia gratificante

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conocer las causas de los éxitos y los fracasos. Aquel enfoque de la cuestión se

denominó teoría de la atribución. (Es decir, preguntaba al sujeto a qué factores

atribuía sus éxitos y sus fracasos.)

Era un punto de vista que socavaba la creencia existente acerca del logro, la

demostración clásica de lo que se llamaba pree (refuerzo parcial del efecto

extinción, según las siglas en inglés). 1 El pree es un viejo cuento de la teoría del

aprendizaje. Si le damos a una ratita un poco de comida cuando oprime una palanca,

tendremos lo que se llama «refuerzo continuo»; la relación entre premio y esfuerzo

es de uno a uno, por cada presión de la palanca una bolita de comida. Si entonces se

deja de darle la comida cuando la ratita oprime la palanca («extinción»), seguirá

haciéndolo dos o tres veces, y luego abandonará todo nuevo intento, pues habrá

advertido que ya no hay recompensa después del esfuerzo. Por otra parte, si en lugar

de un refuerzo de uno por uno, se le concede un refuerzo «parcial», por ejemplo, una

bolita de comida cada cinco o diez veces que haga el esfuerzo, y después se inicia la

extinción, el animalito seguirá presionando la palanca hasta un centenar de veces

antes de abandonar.

El pree se experimentó en la década de 1930. Era la clase de experimentos que

dieron la fama a B. F. Skinner y lo convirtieron en la máxima figura del

behaviorismo. Sin embargo, aunque el principio pree funcionaba a la perfección con

ratitas y palomas, no arrojó el mismo resultado con los seres humanos. Algunos

sujetos sometidos al experimento se daban por vencidos tan pronto comenzaba la

extinción, otros seguían.

Weiner tenía su idea para explicar por qué no funcionaba siempre en los seres

humanos: aquellas personas convencidas de la permanencia de la causa de la

extinción (por ejemplo, quienes llegan a la conclusión de que «el director del

experimento ha decidido no darme más recompensas») eran las que se daban por

vencidas inmediatamente, en tanto que quienes consideraban que la causa era

temporal («se ha producido un cortocircuito en el maldito equipo»), eran los que

seguían, pensando que la situación cambiaría y una vez más tendrían la recompensa.

Cuando Weiner puso en práctica este experimento obtuvo exactamente los resultados

pronosticados por él. Era la explicación que se daba cada sujeto, y no el sistema de

refuerzo al que hubieran estado sometidos lo que determinaba sus actuaciones. La

teoría de la atribución siguió adelante y sostuvo que el comportamiento humano se

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