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21.Aprenda optimismo Haga de la vida una experiencia gratificante

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sujetos del experimento siempre perdieran dinero. En esta situación, los no

deprimidos dijeron que habían tenido más control del que realmente tuvieron. Los

del grupo de los deprimidos, en cambio, se mantuvieron firmes y respondieron con

toda exactitud cuándo ganaban y cuándo perdían. 4

Las personas deprimidas —que en su mayoría son pesimistas— juzgan con exacta

precisión de cuánto control disponen. Los no deprimidos —en su mayor parte

también optimistas— creen que ejercen sobre las cosas más control del que

efectivamente poseen, en particular cuando quedan desamparados y no tienen control

alguno.

Otra prueba para corroborar la tesis de que los seres deprimidos, si bien son más

tristes, tienen también mejor juicio, se refiere al sistema que se usa para juzgar la

destreza. Hace unos años la revista Newsweek informó de que el 80 por 100 de los

estadounidenses piensan que pertenecen al grupo de ciudadanos con más alta

actividad social. De ser válidos los resultados alcanzados por el equipo de

psicólogos de la universidad de Oregón encabezado por Peter Lewinsohn, esos

hombres han de pertenecer al grupo de los estadounidenses no deprimidos. 5 Esos

investigadores hicieron entrevistas múltiples con pacientes deprimidos y no

deprimidos, y después de las reuniones pidieron a los participantes que juzgaran cuál

había sido su comportamiento. ¿En qué medida habían sido persuasivos? ¿Creíbles?

Según el juicio de los entrevistadores, los pacientes deprimidos no resultaron

demasiado persuasivos ni creíbles; uno de los síntomas característicos de la

depresión es la escasa capacidad social. Los pacientes deprimidos reconocieron su

falta de capacidad para las relaciones sociales. El descubrimiento sorprendente fue

con el grupo no deprimido. De forma muy acentuada sobreestimaron sus habilidades,

se juzgaron a sí mismos mucho más persuasivos y convincentes que lo considerado

por los entrevistadores.

Hay todavía otra evidencia, que es la referente a la memoria. En líneas generales,

los deprimidos recuerdan más los momentos malos y menos los buenos que los no

deprimidos, en quienes el esquema parece invertirse. Pero ¿de qué lado está la

razón? Quiero decir, si el verdadero número de los hechos buenos y malos de todo el

mundo pudiera conocerse, ¿quién consideraría con exactitud las cosas pasadas y

quién las distorsionaría?

En mis primeros tiempos de terapeuta me enseñaron que no valía la pena

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