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21.Aprenda optimismo Haga de la vida una experiencia gratificante

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mejoramiento de la comunidad no es cosa que suceda naturalmente hoy en día. Lo

que en nuestros días sí parece natural es la búsqueda de la satisfacción del yo. En la

anterior generación se apetecía el descanso y los festejos que solían llegar el

domingo; pero ahora nos hemos convencido de que vale más olvidarse de esos

placeres, y ahora pasamos el domingo haciendo exactamente lo contrario: ejercicio y

dieta. Por lo visto, los grandes cambios aún son posibles. 5

¿Cómo destruir fuertes hábitos como los del egoísmo para con nosotros mismos y

para con nuestros hijos? El ejercicio —no el físico, sino el moral— puede ser la

táctica antidepresiva que estamos necesitando. Así que considere la posibilidad de

adoptar una de las que siguen:

• Aparte el 5 por 100 de sus ingresos para donarlo, no a organismos de caridad sino a personas necesitadas. Y

lo hará usted personalmente. Decida a quién dárselo entre los necesitados que conozca.

• Abandone algunas de las actividades que realiza con regularidad por puro gusto: comer fuera de casa una vez

por semana, ver una película alquilada el jueves por la noche, salir de caza un fin de semana de otoño, jugar

con el ordenador cuando vuelve a su casa, comprarse zapatos nuevos. Dedique ese tiempo (el equivalente de

una noche por semana) a una actividad que esté orientada al bienestar de los demás o de toda la comunidad:

colaborar en una campaña de ayuda a los más necesitados, visitar pacientes enfermos de sida, limpiar los

parques públicos, colectar fondos para su vieja universidad. Emplee el dinero ahorrado al renunciar a una

actividad placentera en favor de la causa elegida.

• Cuando un mendigo le pida dinero, hable con él. Considere si usará el dinero con fines no destructivos. Si le

parece así, déselo (no menos de cinco dólares). Frecuente zonas en las que tropezará a menudo con

mendigos, hable con los más necesitados y favorezca con su limosna a los que verdaderamente le parezca

que más la necesitan. Dedique tres horas semanales a esa tarea.

• Cuando lea acerca de actos particularmente heroicos o muy despreciables, escriba cartas: de elogio a quienes

crea que pueden encontrarlas útiles, y de disgusto a las personas y organizaciones que deteste. También

diríjase a políticos y a quienes considere que pueden actuar directamente. Destine tres horas de su semana a

esas cartas. Hágalo lentamente. Redacte las cartas tan cuidadosamente como si estuviera escribiendo un

informe fundamental para su empresa.

• Enseñe a sus hijos cómo ayudar a los demás. Haga que ahorren una cuarta parte de la paga que les haya

asignado para que le den ese destino. No tardarán en descubrir a un necesitado o algún proyecto al que

podrán contribuir.

No hace falta emprender esa tarea con un espíritu absolutamente despojado de

egoísmo. Está perfectamente bien que lo haga porque le hace bien a usted también,

sin tener en cuenta los efectos que puedan derivarse en beneficio del bien común.

Podría argumentarse que puede resultar deprimente un excesivo contacto con el

ser común, y que si está procurando eludir la depresión mejor sería mezclarse con

los ricos en Acapulco que pasar horas tratando de resolverle los problemas a un

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