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Hechos 9, 3-7: “Cuando [Pablo] estaba de camino, sucedió que, al acercarse a<br />

Damasco, se vio de rep<strong>en</strong>te rodeado de una luz d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o (…) El <strong>en</strong>tonces,<br />

temblando y despavorido, dijo: Señor, ¿qué quieres que haga? Y <strong>el</strong> Señor le<br />

respondió: levántate y <strong>en</strong>tra <strong>en</strong> la ciudad, y se te dirá lo que has de hacer”.<br />

También debemos t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta un quinto factor muy importante, que arroja más luz sobre<br />

esta cuestión: la <strong>en</strong>señanza de Cristo es que la inm<strong>en</strong>sa mayoría de la humanidad es de mala<br />

voluntad y, por lo tanto, se cond<strong>en</strong>an. Jesús rev<strong>el</strong>ó que son pocos los que se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

camino de la salvación <strong>en</strong> Mateo 7, 13, y los grandes maestros espirituales de la Iglesia católica<br />

han <strong>en</strong>señado que no sólo la mayoría de la humanidad está perdida (es decir, todos los que<br />

muer<strong>en</strong> <strong>com</strong>o no católicos), sino incluso la mayoría de los que profesan ser católicos.<br />

Ya que <strong>el</strong> triste hecho de la historia humana es que pocos son de la verdad – algo que también<br />

se descubre por la lectura d<strong>el</strong> Antiguo Testam<strong>en</strong>to y las historias acerca de que pocos que<br />

fueron <strong>en</strong>contrados dignos de <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> la Tierra Prometida, y que pocos permanecían fi<strong>el</strong>es a la<br />

ley de Dios <strong>en</strong> proporción a la súper-mayoría de incluso <strong>el</strong> pueblo de Dios que cayó repetidam<strong>en</strong>te<br />

<strong>en</strong> la idolatría – esto ayuda <strong>en</strong> explicar por qué Dios deja <strong>en</strong> la ignorancia a segm<strong>en</strong>tos de la<br />

población mundial. Ello es porque ahí no se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran almas de bu<strong>en</strong>a voluntad. Por lo tanto,<br />

las partes d<strong>el</strong> Nuevo Mundo que no fueron alcanzadas por <strong>el</strong> Evang<strong>el</strong>io, no fueron alcanzadas<br />

porque ahí no se <strong>en</strong>contraban los <strong>el</strong>egidos.<br />

Las palabras d<strong>el</strong> Nuevo Testam<strong>en</strong>to que hablan de que <strong>el</strong> Evang<strong>el</strong>io era predicado <strong>en</strong> toda la<br />

creación debajo d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o, y las palabras de nuestro Señor de que los Apóstoles serían testigos de<br />

Él <strong>en</strong> “los confines de la tierra” <strong>en</strong> su último discurso antes de su asc<strong>en</strong>sión, sugier<strong>en</strong> que tal vez<br />

algunos de los mismos Apóstoles fueron transportados milagrosam<strong>en</strong>te a las zonas d<strong>el</strong> mundo<br />

donde se <strong>en</strong>contraban las almas de bu<strong>en</strong>a voluntad. Pero indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te de lo que obti<strong>en</strong>e<br />

de los pasajes de las Escrituras <strong>aquí</strong> citados, <strong>el</strong> hecho es que <strong>el</strong> Evang<strong>el</strong>io fue predicado donde<br />

se <strong>en</strong>contraban las almas de bu<strong>en</strong>a voluntad y, donde no se predica, no hay salvación.<br />

Tertuliano, Contra los Judíos (200 d.C.): “¿En quién otro han creído todas las<br />

naciones, sino <strong>en</strong> <strong>el</strong> Cristo, que ya ha v<strong>en</strong>ido? Los partos y los medos y los<br />

<strong>el</strong>amitas, y los que habitan la Mesopotamia, Arm<strong>en</strong>ia, y Capadocia; y los que<br />

viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> Ponto y Asia, <strong>en</strong> Phrygia y Pamphylia; caminantes <strong>en</strong> Egipto y<br />

habitantes de las partes de África más allá de Cir<strong>en</strong>e, romanos y habitantes<br />

extranjeros; sí, y judíos <strong>en</strong> Jerusalén, y otras g<strong>en</strong>tes: incluso las diversas tribus de<br />

gutlianos, y los límites de muchos de los moros, y de todos los confines de<br />

España, y de las varias naciones de la Galia; y los lugares de los británicos,<br />

inaccesibles a los romanos, pero ya subyugados a Cristo; y de los sármatas y<br />

dacios y los alamanes y escitas, y de los muchas tribus remotas y las provincias<br />

e islas desconocidas de nosotros que ap<strong>en</strong>as podemos <strong>en</strong>umerar…” 357.<br />

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